La puñetera deuda

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Hubo una época en Totana en la que padecimos una alucinación colectiva: veíamos cómo los billetes caían del cielo. Todos salimos a las calles con los paraguas del revés para recoger cuantos más billetes mejor. ¡Parecía tan real!

La puñetera deuda

La gente normal ideó empresas, chaletes, coches potentes… Luego, cuando todo se desvaneció, nos quedamos atontados, mirando cómo se desbarataba todo lo que con tanta facilidad se había levantado. No quedó más remedio que volver cada uno a su sitio y afrontar lo perdido.

Pero sucedió que los ediles que gobernaban entonces el ayuntamiento fueron de los más afectados por la alucinación. Ellos planearon urbanizaciones, carreteras, ciudades deportivas, grandes fastos… Y toda esa algarabía derivó en derroche y corrupción.

Un día uno de los mandamases dijo: Ay, que se nos está yendo de las manos, ¿cómo lo arreglamos? Y otro contestó: No preocuparse, vamos a pedir un préstamo, a como sea de interés, total, si lo vamos a pagar enseguida, ni se van a enterar estos a los que gobernamos.

Y entonces sucedió lo que ya sabemos, que en esas entremedias de trasegar con tanto dinero y tan poco criterio, estalló la frágil burbuja y todo se fue a tomar por saco. ¿Y ahora, qué? supongo que se preguntaron. Pues pedimos más, empeñamos esto otro, y esperamos hasta que las cosas vuelvan a donde estaban, pero sobre todo silencio, que nadie se entere. Y cual bola que rueda pendiente abajo, la deuda se fue haciendo más y más grande hasta convertirse en avalancha, y en esas estamos ahora: sepultados entre las ciudades más pobres y deudoras.

Nos dicen que la deuda se saldará cuando pasen treinta años de estrecheces, o lo más seguro que 50, incluso pueden llegar a ser 100 años. Nos dicen que si se deben 180 millones, que si bastantes más... Un disparate que nunca tenía que haber ocurrido.

Lo último es que desde el ministerio han ideado un plan para los que están como nosotros. Si lo he entendido bien el plan es el siguiente: pagan ustedes menos los años próximos para luego pagar más. Pero nada de condonación de deuda, nada de ayudas reales, solo ir estirando los préstamos que ya sabemos por experiencia adonde conducen esas estrategias. Totana es la mosca atrapada en la red de la araña.

Mientras tanto, los que vivimos en Totana pagamos los impuestos que nos corresponden y ¿qué servicios recibimos a cambio? Ni siquiera los necesarios para que nuestro pueblo se mantenga bajo mínimos. ¿Acaso los ciudadanos tenemos la culpa de lo que un equipo de gobierno hizo mal? ¿Por qué no vigilaron ustedes, la administración regional y nacional, antes de que el desastre fuera tan grande? ¿Por qué tenemos que pagar los ciudadanos de Totana, y nuestros hijos, y nuestros nietos las sandeces de unos cuantos alucinados?

Pero no se pasarán tantos años porque, antes de que se pague la deuda (nunca podrá pagarse), Totana ya se habrá hundido definitivamente. Solo nos queda esperar un milagro.

Dolores Lario

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