Conversaciones de mujeres de cierta edad

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Conversaciones de mujeres de cierta edad

Constato dos tipos de conversaciones que se dan principalmente entre mujeres de cierta edad.

1º) Del tipo LO QUE HE HECHO O VOY A HACER a corto plazo. Por ejemplo: esta mañana me he levantado a las siete de la mañana, me he tomado un vaso de manzanilla y me he puesto a rejuntear los azulejos del baño. A lo que la otra puede responder: pues yo esta mañana quería haber lavado las cortinas de mi comedor, pero me he levantado con dolor de rodilla y no me he atrevido a subirme a la escalera.

La conversación puede seguir con lo que ha hecho cada una antes o después (normalmente tareas domésticas), contar sus preferencias por tal o cual tisana, derivar hacia los achaques que padecen ellas mismas, o hacer un recuento de todos los que conocen a los que han operado de la rodilla.

2º) Del tipo REPASAR LA VIDA DE CUALQUIERA QUE SE CRUCE EN LA CONVERSACIÓN. Por ejemplo: el otro día vi a Pepi la del guardia, dice la primera. Cuánto tiempo hace que no la veo, dice la segunda. Es que ha estado fuera. A su marido lo trasladaron a Alicante y...  A partir de esa anécdota casual se hace un repaso exhaustivo de todo lo que saben de Pepi la del guardia: sus padres, dónde vivía, el colegio al que fue, sus hermanas, sus novios, su actual marido, los hijos que tiene y a qué se dedica cada uno, etc. Cada una aporta a la conversación lo que sabe, así el conocimiento sobre esa persona se amplía. Entremedias se cuela algún juicio de valor del tipo es un poco seca, o se lo tenía muy creído, etc. A todo esto,  Pepi la del guardia estará en su casa haciendo sus cosas completamente ignorante del repaso de sus conocidas. Es inquietante pensar que cualquiera en cualquier momento puede estar haciendo un repaso de nuestras vidas porque sí, porque hayamos aparecido al azar en una conversación.

¿Qué aportan esos dos tipos de conversación a esas mujeres de cierta edad?

Unos dirán: Las del primer grupo cuentan sus naderías de cada día y las del segundo cotillean.

Otros, más benevolentes, podrían decir: las primeras se cuentan a ellas mismas reivindicando sus tareas y sus necesidades y las segundas pespuntean la vida social.

Yo diría: ¡Mujeres, basta ya de recluirnos en nuestro mundo doméstico! ¡Quitémonos las anteojeras y miremos a nuestro alrededor!  ¡Debemos ser capaces de reivindicar nuestro espacio, nuestra voz y nuestra dignidad! 

Dolores Lario

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