La alcaldesa de Totana, Isabel María Sánchez, va a elevar una moción en el próximo pleno ordinario para solicitar a la Consejería de Cultura y Turismo que inicie de forma urgente el procedimiento de tramitación para solicitar el uno por ciento cultural al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte tendente a la consolidación patrimonial del Yacimiento Argárico de La Bastida en Totana.
Dada la magnitud de los hallazgos encontrados en La Bastida es necesaria una actuación de restauración y consolidación de los mismos que permita primero, la recuperación y conservación de este hallazgo y segundo, la promoción del Patrimonio histórico-artístico y cultural del municipio de Totana, objetivo prioritario para la Comunidad Autónoma de Murcia y el Ayuntamiento de Totana.
Riqueza patrimonial y cultural
El yacimiento de La Bastida se encuentra a 6 kilómetros al noroeste de la localidad, en la zona de Viñas-Carivete; y ocupa un cerro empinado en la confluencia entre la rambla de Lébor y el Barranco Salado.
La Bastida fue el primer asentamiento argárico investigado y publicado monográficamente (1869). Actualmente, uno de los más importantes de la prehistoria europea, en concreto de la llamada Edad del Bronce.
El territorio de la Región de Murcia formó parte del foco nuclear de la sociedad argárica, desde donde ésta se expandió por las tierras interiores del sudeste peninsular hasta configurar probablemente uno de los primeros estados del Viejo Mundo. La Bastida constituyó el centro político y económico más destacado de la época de apogeo de la sociedad argárica, alcanzando en aquel entonces el estatuto privilegiado de centro urbano.
La riqueza y variedad de los hallazgos arqueológicos (metalurgia del cobre, el bronce, la plata y el oro; alfarería especializada; útiles y ornamentos de piedra y hueso), la compleja trama urbanística de sus poblados, la significación social y ritual de sus abundantes contextos funerarios y el carácter novedoso de su organización económica y política la han colocado en el centro de atención de la investigación prehistórica desde finales del siglo XIX.
Desde su descubrimiento y primeras excavaciones a cargo del ingeniero granadino D. Rogelio Inchaurrandieta en 1.869, el yacimiento ha sido objeto de diversas intervenciones arqueológicas. Los trabajos, que continúan hoy en día, muestran una auténtica ciudad de unos 40.000 m2 que, en su época de máximo esplendor, hace unos 3800 años, estuvo habitada por unas 1000 personas.
El yacimiento es declarado por el Consejo de Gobierno de la Comunidad Autónoma en el año 2005, como Bien de Interés Cultural por la especial significación del yacimiento y la necesidad de proteger su importante valor histórico y arqueológico.
Las excavaciones arqueológicas realizadas en primavera-verano de 2012 en el yacimiento arqueológico de La Bastida han sacado a la luz un imponente sistema de fortificación único en su época.
El hallazgo reafirma, junto al resto de descubrimientos realizados en los últimos años, que la ciudad fue el asentamiento más desarrollado de Europa en términos políticos y militares durante la Edad del Bronce (hace 4.200 años -2.200 a.C.-) sólo comparable con la civilización minoica de Creta.
La fortificación constaba de una muralla de 2 a 3 metros de grosor, construida con grandes piedras trabadas con argamasa y reforzada por torres macizas tronco-piramidales distribuidas a escasa distancia entre sí y de unos 4 metros de lado. La altura original del complejo defensivo rondaría los 6 o 7 metros. Hasta ahora se han descubierto seis torres a lo largo de un tramo de 70 metros, aunque el perímetro de la fortificación habría alcanzado los 300 metros. La entrada al recinto se realizaba a través de un pasillo flanqueado por potentes muros, que quedaría cerrado con portones encajados entre gruesos postes de madera.
Uno de los elementos arquitectónicos más relevantes que se han descubierto es un arco apuntado que remata una poterna, o puerta secundaria, próxima a la entrada. El arco se ha conservado completo y es inédito en la prehistoria europea. Sus precedentes se hallan en la segunda ciudad de Troya (Turquía) y en el mundo urbano del Próximo Oriente (Palestina, Israel y Jordania), influido por las civilizaciones de Mesopotamia y Egipto. Esto indicaría la participación de gente venida de Oriente en su construcción. Hubo que esperar entre 400 y 800 años para que civilizaciones como la hitita y la micénica, o grandes ciudades-estado mediterráneas como Ugarit adoptasen esta innovación en su arquitectura militar.
La fortificación de La Bastida impresiona por su monumentalidad, por los conocimientos de arquitectura e ingeniería que exhibe, por su antigüedad y porque ayuda a conocer un pasado tan lejano en el tiempo como reconocible en el presente.
Supone además una innovación en el arte de atacar y defender fortificaciones, específicamente militar. Fue una obra pensada en exclusiva por y para el combate, a cargo de personas bregadas en unas lides desconocidas hasta entonces en Occidente.
La poterna como acceso recóndito y cubierto exigiría para su encaje en la muralla una planificación previa de todo el conjunto defensivo y los conocimientos adecuados de ingeniería para lograrlo.
Los descubrimientos de La Bastida revelan una ruptura militar, política y social: la instauración de un poder violento y clasista, que perduró durante 7 siglos y que condicionó el desarrollo de las comunidades del resto de la Península. En conjunto, replantean lo que se sabe sobre el origen de las desigualdades económicas y políticas en Europa, la formación del estamento militar y el papel de la violencia en la formación de tradiciones identitarias.