En el artículo de ayer, comentaba que el que no pueda haber procesiones en las calles, no debía ser impedimento para que no pudiésemos celebrar debidamente nuestra Semana Santa, pues las celebraciones litúrgicas que organizan nuestras Parroquias, siguen fielmente su calendario, y todos los días de esta Semana, podremos seguir acercándonos a ellas para celebrar, -con las debidas medidas de prevención-, los actos propios de cada uno de los días.

El Domingo de Ramos, los nazarenos totaneros llenamos nuestras Parroquias y, -respetando en todo momento las medidas de seguridad sanitaria-, celebramos con gozo y devoción, el primer día de esta nueva Semana Santa. La gran participación en las celebraciones de ayer nos demostró que, aunque la pandemia sigue amenazando nuestra integridad, no por eso vamos a dejar de renunciar a nuestro legado, a nuestras tradiciones, y a nuestra esencia cristiana.

Acerquémonos hoy desde este artículo, a la celebración del segundo día de la Semana Santa: el Lunes Santo.

¿Qué ocurrió el primer Lunes Santo?

El primer Lunes Santo, Jesús va con los Apóstoles a visitar el Templo de Jerusalén. Durante los días de la Pascua, muchos comerciantes y mercaderes, aprovechaban el hervidero de gentes que continuamente se acercaban al Templo a cumplir con sus obligaciones religiosas, para ofrecerles sus productos. Y estos, en su afán de vender, no dudaban de instalar sus tenderetes en cualquier lugar, incluso lo hacían en el interior del Templo.

Jesús al llegar al recinto de Templo, se encuentra con una escena que le resulta ofensiva, pues siente como la casa de su Padre, estaba siendo profanada y ultrajada. Y en un acto impetuoso, expulsa hacia la calle a todos los mercaderes y cambistas. Con este gesto, Jesús nos está transmitiendo que el Templo es un lugar sagrado, un lugar de oración y de encuentro personal con Dios.

Después de concluir su oración en el Templo, atiende y cura a todos los enfermos y tullidos que acuden a buscarlo. En esos necesitados que acuden a Él, estamos representados todos los que creemos en Jesús y que estamos necesitados de que Él nos ayude a "curar" nuestro interior y, al igual que hizo con los que ponían cosas indebidas en el Templo, también los cristianos hemos de "depurar" el templo del Espíritu que es nuestro cuerpo, para de este modo, depurar nuestra vivencia de la fe.

¿Cómo conmemoramos en Totana el Lunes Santo?

En Totana, desde el año 1999, tenemos la Procesión Penitencial que se realiza por varias calles de nuestra ciudad y que es organizada por la comunidad parroquial de las Tres Avemarías.

Esta procesión nos invita a vivir unos momentos de reflexión en el Misterio de la Semana Santa y a descubrir en ella, como el simbolismo de la luz, -materializado en los cirios que portan los penitentes-, nos recuerda que Jesús es la luz del mundo y que todo el que está con él, comparte esa luz. "Vosotros sois la luz del mundo" nos indica San Mateo en su Evangelio (Mt.5,14).

Este año tampoco se puede celebrar, pero sí que podremos aprovechar para hacer una visita a las Parroquias y, con la ayuda pedagógica que nos aporta la contemplación de las imágenes relacionadas con la Pasión de Jesús, permanecer unos minutos al lado de Él.

El Evangelio de este Lunes Santo nos muestra dos actitudes claramente diferenciadas:

• La de María de Betania: Que ante la visita de Jesús a su casa, le unge los pies con un rico perfume, en un gesto con el que pone de manifiesto, que ella ha elegido a Dios como centro de su vida.
• Y la de Judas Iscariote: que protesta ante el gesto que María tiene con Jesús, es decir, protesta contra el bien que hacen otros pero, sin embargo, aunque él también podría hacerlo, no quiere.

Nota: El color litúrgico del Lunes Santo, es el morado, color que simboliza la preparación espiritual y la penitencia.