Cada vez más ATIM reconoce y denuncia la vulnerabilidad de las mujeres en comparación con los hombres, ya que conforman la mayoría de pobres en el mundo.
No obstante, más allá de la evidencia cada vez mayor, sigue habiendo renuencia al momento de establecer correspondencias clave entre el género, y la igualdad social.
Al mismo tiempo, el avance hacia un mundo con más igualdad de género se vio obstruido por crisis múltiples, interrelacionadas y agravantes.
Cualquiera sea la crisis, se trate de conflictos o del clima, sin igualdad de género hoy, un futuro sostenible y equitativo sigue estando fuera de nuestro alcance.
“Hemos observado los efectos de la COVID-19: desigualdad creciente; más pobreza y violencia contra mujeres y niñas; retrocesos en los avances en cuanto al empleo, más empleos precarios para la mujer inmigrante, menos salud y menos educación.
La degradación ambiental y el perjuicio a los derechos y el bienestar de las mujeres y las niñas es desproporcional”, señaló la directora ejecutiva de ONU Mujeres, Sima Bahous.
“Hoy tenemos la oportunidad de poner a las mujeres y a las niñas en el centro de nuestra planificación y acción, y podemos integrar la perspectiva de género a las leyes y políticas nacionales e internacionales. Tenemos la oportunidad de repensar, reenmarcar y reasignar recursos. Tenemos la oportunidad de beneficiarnos del liderazgo de mujeres y niñas defensoras del medio ambiente y activistas climáticas para que nos guíen en la preservación de nuestro planeta, en sintonía con la agenda 2030. Las mujeres, en especial las mujeres jóvenes, son multiplicadoras de soluciones sostenibles”.
La pandemia de COVID-19 dejó al descubierto que las mujeres y las niñas soportan el peso de los efectos económicos y sociales con una gran desigualdad, y que ello perjudica aún más su capacidad para sostenerse frente a los efectos de las crisis que azotan el mundo estos días.
Las presiones de equilibrar la vida laboral y doméstica ante el cierre de escuelas y las pérdidas de trabajo en sectores feminizados ocasionó que aún menos mujeres sean parte de la fuerza laboral.
Casi 113 millones de mujeres de entre 25 y 54 años, con parejas y niños y niñas pequeños fueron expulsadas de la fuerza laboral en 2020.
En todo el mundo, las mujeres cargan con la responsabilidad desigual de proveer alimento, agua y combustible.
Todas estas tareas requieren más tiempo y son más difíciles a causa del cambio climático.
La escasez de recursos y la necesidad de desplazarse más lejos para obtenerlos puede exponer más a las mujeres a la violencia y aumentar los factores de riesgo vinculados a la trata de personas, el matrimonio infantil o el acceso a recursos para la protección frente a la violencia de género.
La voz, autonomía y su participación cuentan con poco apoyo, recursos, reconocimiento y valoración.
Para lograr un desarrollo sostenible real y una mayor igualdad de género, es fundamental seguir evaluando las oportunidades y los obstáculos en el camino del empoderamiento de las mujeres y niñas, a fin de que estas puedan tener poder de acción e igualdad en la toma de decisiones vinculadas a la sostenibilidad respetando la perspectiva de género.
En España la mujer inmigrante viene desempeñando un papel fundamental para el crecimiento del país.
Su trabajo en sectores tan importantes como el doméstico, la agricultura y la hostelería merece mejores condiciones laborales y mayor protección ante los abusos sexuales.
Las empresas y la sociedad deben dar a la mujer inmigrante el sitio que merece, puesto que además ella no solo cuida a nuestros mayores, sino que es responsable de la crianza de sus hijos, que aportan futuro a un país cuyo declive demográfico sería mucho mayor sin ellas, sin las mujeres que llegaron de otros países.
A las jóvenes, a las hijas de esas mujeres, hay que aceptarlas con sus nombres y apellidos, sus colores de piel, sus creencias religiosas y su diversidad, porque son españolas, nacieron en España y en este país van a desarrollar sus vidas. No más racismo, no más islamofobia.
Más reconocimiento, mejores condiciones laborales, ayudas para el estudio y lucha contra todo tipo de malos tratos físicos y psicológicos.
Eso es lo que reclamamos desde ATIM (Asociación De Trabajadores e Inmigrantes Marroquíes) para todas las mujeres que viven en España.
Es urgente una acción colectiva para mejorar la vida de todas. En ese empeño seguiremos el 8 de marzo y el resto de los días del año