En fechas recientes se ha recibido una donación para Nuestra Santísima Madre de la Merced. Se trata de una antigua cruz de marfil del Siglo XIX con la hermosa peculiaridad de presentar, tallado en la misma pieza, al Niño Jesús dormido.
La encantadora iconografía, de intenso lirismo, no hace otra cosa que representar ni más ni menos que la premonición de la Pasión y Muerte de Cristo, expresando la aceptación, desde el primer instante de su concepción, de la misión redentora que Dios Padre le encomendó.
Esta iconografía parece ser que tiene su origen en la adaptación barroca de las vanitas (obras relacionadas con la muerte y el paso del tiempo) adecuándose a lo que narraban las visiones místicas que, desde mediados del s. XIV, algunas mujeres como santa Brígida de Suecia y Osana de Mantua entre muchas, tuvieron del martirio y muerte de Jesús, uniendo a esta dramática y cruda escena el candor de la infancia, causando una gran veneración y profunda reflexión en los fieles que la contemplaban.
La representación cosechó gran éxito en la piedad popular de la Europa post-tridentina, lo que hizo que se divulgase extensamente en multitud de grabados y pinturas, siendo en España muy codiciadas las de Murillo. Además, esta veneración de Jesús Niño dormido sobre la cruz motivó la ejecución de elementos piadosos adornados con la citada representación, ubicándose en muchos casos en las cruces de los rosarios. Quizás nuestro ejemplar pudo tener una función similar, llegando a nuestros días desprendida del resto de la pieza.
Sea como fuere, esta nueva presea ha entrado en el ajuar de la Virgen de la Merced y desde ahora será un bonito elemento que nos recuerde visualmente que María es parte crucial de la redención por llevar en sus entrañas al Cordero de Dios, Jesucristo
Fotos la Hdad