Acción contra el Hambre tiene activos programas de emprendimiento juvenil en los que han participado 1.300 jóvenes con edades hasta los 30 años. El 56% contaba con educación superior. Desde el año 2019, el número de jóvenes que se interesan por estos programas es cada vez mayor.
Los jóvenes que participan en los programas cuentan con dos principales motivaciones a la hora de emprender: por un lado, huir de la precariedad laboral, el desempleo y la falta de desarrollo profesional y, por otro, promover un cambio social, principalmente apoyando la economía circular y con proyectos sostenibles que cuiden el medio ambiente.
Desde la ONG se promueve la denominada Generación IN, al margen del término ‘nini’: personas INquietas e INteligentes que desean darle la vuelta a su situación
Madrid, 11 de agosto de 2022. La juventud, junto con los trabajadores temporales y los de baja cualificación, son quienes más sufrieron el cese de actividad como consecuencia de la crisis de la COVID-19. Esto, sumado a la inercia en las altas tasas de desempleo juvenil, hacen que este segmento de la población sea especialmente vulnerable ante la precariedad, la temporalidad y el difícil acceso al mercado laboral. De hecho, la tasa de paro en España se sitúa en el 12,48% y asciende al 27,9% entre los menores de 25 años, según la última Encuesta de Población Activa (EPA).
De las personas que participan en los programas de empleo de Acción contra el Hambre, el 25% son menores de 30 años y, de este 25%, el 61% son mujeres, siendo jóvenes que ni estudian ni trabajan y con inscripción en el sistema de garantía juvenil. El 56% de estas personas contaban con educación superior, el 23% con educación secundaria, el 10% con educación primaria y el 9% con ciclos formativos básico o medio.
Desde el año 2019, el número de jóvenes que se interesan por los programas de empleo de Acción contra el Hambre es cada vez mayor. En este sentido, la ONG desarrolla un programa piloto en Castellón denominado la ‘Escuela de Segunda Oportunidad’ para potenciar su retorno al sistema educativo. Son los verdaderos protagonistas de los programas de Acción contra el Hambre, la denominada Generación IN, al margen del término ‘nini’: personas INquietas e INteligentes que desean darle la vuelta a su situación.
“El término ‘nini’ se ha asociado erróneamente a la imagen de un joven que libremente ha decidido no estudiar ni trabajar. Sin embargo, los jóvenes que se encuentran en situación de desempleo y fuera del sistema educativo está muy lejos de ser ‘ninis’. Al contrario, son INconformistas, INquietos e INteligentes. Son lo que llamamos la Generación IN”, explica la gestora de programas de emprendimiento de Acción contra el Hambre, Ana Alarcón.
Las motivaciones del emprendimiento juvenil
Para conseguirlo, una de las salidas ante la falta de expectativas laborales es el emprendimiento. De hecho, los jóvenes cuentan con dos principales motivaciones a la hora de lanzar sus propios negocios: por un lado, huir de la precariedad laboral, el desempleo y la falta de desarrollo profesional y, por otro, promover un cambio social, principalmente apoyando la economía circular con proyectos sostenibles e impulsando este modelo de producción y consumo que implica reciclar, reducir y reutilizar. De los emprendimientos que han contado con el apoyo de Acción contra el Hambre en los últimos años, una gran parte de ellos muestran sensibilidad hacia la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente.
En palabras de Ana Alarcón, “los jóvenes tienen especial interés en el cuidado del medioambiente, el feminismo, el buen trato animal o la lucha contra la violencia en todos los ámbitos a la hora de crear sus propios negocios”.
Con los Itinerarios de Emprendimiento Juvenil, que comenzaron en enero de 2019 y finalizaron el pasado mes de julio, Acción contra el Hambre apoya el emprendimiento juvenil en siete comunidades autónomas (Extremadura, Madrid, Navarra, Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana y Murcia).
A través de estos, la juventud puede formarse en la realización de planes de negocio o en distintas competencias y actividades como maratones de negocios. Además, la ONG presta apoyo financiero a algunas ideas de negocio y orientación sobre acceso a crédito gracias a alianzas con entidades de microfinanciación. Todo es posible gracias a la financiación del Fondo Social Europeo, así como administraciones públicas y entidades privadas, entre otros.
El miedo al fracaso o la falta de recursos son algunas de las barreras que se encuentra la juventud a la hora de emprender, por lo que todavía “tenemos mucho margen de mejora para facilitarles todo el apoyo que necesitan a la hora de abrir un negocio”, resalta Ana Alarcón.
A pesar de estos obstáculos, son muchos los jóvenes en nuestro país que se lanzan a abrir sus negocios, con vistas a los factores positivos que esto ofrece: libertad de horarios, el teletrabajo y la flexibilidad. Este es el caso de Davinia Espín, que inició el proyecto Cítricos Montealegre de cultivo y venta de cítricos ecológicos (limones y naranjas) con Indicación Geográfica Protegida (IGP), llegando a ganar dos premios en el concurso “Emprende Innova Comparte RM”: al proyecto con mayor impacto ambiental y con mejor perspectiva de género. Empoderamiento femenino y rural, pasión por la tierra y cuidado del medio ambiente se agrupan en esta iniciativa.
Muchos son los pequeños emprendimientos que durante estos años han visto la luz. Negocios de cosmética natural y joyería cerámica artesanal, de ropa de segunda mano, de instalaciones solares para autoconsumo, de posos de café para transformarlos en productos para el sector cosmético, nutracéutico y alimentario o proyectos de slow fashion son otros de los ejemplos de emprendimiento sostenible que Acción contra el Hambre ha ayudado a hacer realidad.