La dislexia es un trastorno del aprendizaje que puede llegar a resultar muy frustrante para quienes lo sufren. Principalmente se da entre los niños con edad de 7 a 9 años, pero la OMS señala que un 10% de la población mundial sufre este trastorno. La dislexia no permite comprender correctamente el lenguaje en la lectura y la escritura, suponiendo un problema en las primeras etapas de estudio y posteriormente en la vida adulta en los desempeños laborales. Este trastorno es neurológico y hereditario, por lo que sí los padres sufren o han sufrido durante su vida dislexia, es altamente probable que los hijos también.
Como padres, lo que más preocupa a la hora de saber que nuestro hijo sufre de dislexia, es como podrá seguir el ritmo de los estudios en los colegios. El actual método educativo se basa desde un comienzo en la lectura y la escritura, los dos puntos en los que las personas que sufren este trastorno más batallan. Esto puede suponer un problema que derive en otros trastornos como la ansiedad, baja autoestima o periodos de depresión. El no poder llevar la continuidad general del ritmo que llevan el resto de compañeros es algo que un niño puede no llegar a comprender y terminar incluso en abandono escolar. Por ello, las escuelas deben y se esfuerzan por ayudar a los alumnos que necesiten su propio ritmo de aprendizaje. Para tratar la dislexia lo primero es recibir un diagnóstico de especialistas para así determinar cuales son las necesidades y dificultades particulares de cada caso. Los especialistas que generalmente trabajan en equipo para tratar y diagnosticar la dislexia incluyen a neuropsicólogos, pediatras, logopedas, otorrinolaringólogos y oftalmólogos entre otros. Pero no solo un buen equipo médico es necesario, el apoyo familiar es crucial para la persona afectada. Hemos preguntado a los lectores de soloparamadres cuales son las técnicas que mejor funcionan con sus hijos en caso de dificultad, siendo las más populares las siguientes:
Apoyo de las pequeñas victorias. Los avances por pequeños que sean son muy motivadores, aún más cuando reciben el apoyo de las personas importantes para la vida del niño como es su familia o sus padres. Pequeñas recompensas en forma de juego o muestras de cariño son las más efectivas para motivar a seguir mejorando.
Juegos. Aprender jugando es una de las mejores actividades, ya que los conocimientos se adquieren de manera más eficaz y al ser una actividad divertida motiva a los niños a querer participar en un proceso que puede ser largo y pesado.
Compresión de la dislexia. Es importante ser conscientes del problema, sabiendo explicar al niño o persona afectada que lo que le ocurre es normal. Una de las consecuencias de la dislexia en la vida diaria de un niño es también el acoso escolar que se puede llegar a sufrir a causa de un aprendizaje más lento así como la imposibilidad de leer o escribir correctamente. Por ello es importante hacerle saber que no es un problema de inteligencia, sino un trastorno neurológico que se puede trabajar y tratar.
Acudir siempre a especialistas para diagnosticar y tratar la dislexia. Siempre es necesario acudir a los médicos especialistas para conocer de manera fiable y precisa cual es el alcance del problema y comenzar así un correcto tratamiento
