El pasado mes de abril, la Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Cartagena y Cáritas ponían en marcha el Hogar La Milagrosa, un piso para los reclusos que, en periodo de permiso penitenciario, carecen de familia o la suya reside lejos. Un hogar que posibilita realizar estancias muy cortas fuera de los muros de la cárcel donde se procurarán momentos de crecimiento personal y en la fe para los reclusos.
Francisco Javier, de 24 años y sin familia en la Región de Murcia, es el primer inquilino del Hogar La Milagrosa, ayer salía por primera vez del Centro Penitenciario Murcia II de Campos del Río para disfrutar de unos días de libertad vigilada. Hasta el viernes, estará acompañado en todo momento por los capellanes y voluntarios de la Pastoral Penitenciaria que trabajan en su centro, así como por técnicos de Cáritas. Por las mañanas tendrá tiempo para las labores propias del hogar y para realizar talleres que puedan ayudarle a su posterior reinserción en la sociedad cuando abandone la cárcel; y por las tardes tendrá tiempo libre para salir del piso.
Según el delegado de Pastoral Penitenciaria de la Diócesis y capellán en Campos del Río, Antonio Sánchez, Francisco Javier podrá disfrutar de más permisos como este –que son indispensables para acceder al tercer grado– cuando sean autorizados por el centro y la jueza penitenciaria.
Con la estancia de Francisco Javier, el Hogar La Milagrosa cumple por fin el objetivo para el que fue soñado: ayudar a los presos con menos posibilidades. «El mundo penitenciario forma parte de nuestra Iglesia, que está ahí sirviendo a los que no tienen a nadie», recuerda Antonio Sánchez, quien también señala que la puesta en marcha de este proyecto coincidía ayer con las Témporas de Acción de Gracias, «una oportunidad más para dar gracias a Dios por este proyecto que va a ayudar a los más necesitados de las periferias». El delegado de Pastoral Penitenciaria agradece también la cercanía de la Diócesis de Cartagena a los reclusos de los diferentes centros penitenciarios de la Región de Murcia.