Francisco Aguilar Mondéjar es el nuevo presidente del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, sustituyendo en el cargo a Miguel López Abad. Francisco –conocido popularmente como Paco–, que durante los últimos seis años ha sido el vicepresidente de este movimiento de primer anuncio, ha recibido el nombramiento “con ilusión y responsabilidad”.
Explica que para postular al cargo no se presentan candidatos, sino que en la primera votación cada cursillista elige a la persona que considere más adecuada. Con los tres candidatos que más puntuación hayan obtenido se realiza una segunda votación, para conocer quién obtiene un mayor porcentaje, “siendo el obispo quien toma la decisión final y realiza el nombramiento”. El mandato tiene una duración de tres años que puede ser prorrogable por otro periodo más. “Recuerdo que el día que se celebraron las elecciones, después de votar, entré en una iglesia y le pedí al Señor que el Espíritu Santo estuviera grande con este movimiento para que saliera como presidente la persona que viera Dios más conveniente, así que recibí la noticia con sorpresa”.
Desde pequeño, Paco Aguilar, ha participado activamente en su parroquia, Nuestra Señora de la Asunción de Molina de Segura. A los doce años entró a formar parte del coro de la iglesia y, más tarde, colaboró como catequista. Cuando tenía 16 años, el párroco le pidió que visitase a los enfermos y asegura que esa fue una oportunidad que marcó su vida. “A raíz de esa experiencia junto a los enfermos, viendo el sufrimiento de cerca, gané mucho en mi vida y siempre estaré agradecido a ese sacerdote que depositó su confianza en mí, siendo tan joven, para desempeñar esa labor”. Como asegura que esta vivencia le llenó mucho, destinó parte de su tiempo libre a visitarles con frecuencia, creando un grupo de jóvenes en la parroquia para visitar a enfermos que también eran jóvenes. “Era una gozada ver un sábado por la tarde, por el paseo Rosales de Molina, a un montón de jóvenes llevando al cine a otros de la misma edad en sus sillas de ruedas”. Más adelante, también ayudó en la parroquia como ministro extraordinario de la Comunión. “La gente creía que el cura de la familia iba a ser yo, pero el Señor sabe lo que hace y cómo llama, y, finalmente, el sacerdote fue mi hermano”, exclama con orgullo.
Hace diez años, un amigo le contó que iba a hacer un cursillo. “Le dije que si me lo pedía él yo también iría”. Reconoce que su predisposición inicial era de soberbia, pensando que aquel no era un lugar para él y con el convencimiento de que allí no le enseñarían nada diferente a lo que ya conocía por su experiencia como laico comprometido. Pero, conforme fueron pasando los días, descubrió a los dos pilares de su vida: “La Virgen María y Jesucristo”. Desde entonces forma parte de este movimiento, que le ha permitido tener un encuentro con Jesucristo resucitado. “Ahora, ser el presidente del Movimiento de Cursillos de Cristiandad para mí es todo un honor. Me siento afortunado por el regalo que me ha hecho el Señor”.
Cursillos de Cristiandad lleva más de sesenta años en la Diócesis de Cartagena
En la Región de Murcia, el primer cursillo de este movimiento tuvo lugar en 1958 y desde entonces ya son cerca de 35.000 personas las que han participado en alguno de ellos. “El que hace un cursillo ya no está gris, está de colores y se le nota la alegría, aunque los problemas que le trajeron hasta aquí sean los mismos, ya tiene herramientas para afrontarlos”. Paco tiene la certeza de que “todo el mundo debería hacer un cursillo” porque, aunque este movimiento está enfocado al primer anuncio, considera que también es necesario “ayudar a mantener la fe”. Explica que a cada persona que se anima a participar en estos tres días se le da a conocer “formas y herramientas para vivir cada experiencia, saliendo totalmente renovada”.
Por eso, ante la pregunta sobre qué se hace en un cursillo, la respuesta es: “Ven y verás”. Durante estos días de experiencia –cuenta Paco–, con exposiciones realizadas por laicos y sacerdotes, se ayuda a los participantes a profundizar en sus realidades personales; a experimentar la presencia y el amor de Dios; y a descubrir y compartir la fe viviendo en comunidad. “Suele ser habitual que, después de esta convivencia, se den cuenta de que sus problemas son más comunes de lo que inicialmente creían y se marchen con la seguridad del amor del Señor, que está en el sagrario, aunque no lo conocieran”.
Una vez terminado el cursillo, desde este movimiento también se realiza un acompañamiento, “aunque el objetivo es que cada uno vuelva a colaborar en su parroquia, ya sea como catequista, visitador de enfermos o participando en la realidad de la Iglesia que quiera”.
Los cursillos suelen empezar en jueves, a las 20:00 horas, concluyendo en domingo, sobre las 20:15 horas, con el acto de clausura. En su web mccmurcia.org se puede ampliar la información.