La Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), reunida esta semana en Madrid, ha nombrado al sacerdote diocesano Ramón Navarro Gómez, director del Secretariado de la Comisión Episcopal para la Liturgia. Ramón Navarro, de 47 años y natural de Moratalla, es sacerdote desde hace 21 años, y en la actualidad, en la Diócesis de Cartagena, es también delegado episcopal de Liturgia, desde hace 13 años, y profesor del Instituto Teológico San Fulgencio, del Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Fulgencio y del Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Dámaso.
Enhorabuena por su nuevo nombramiento, ¿cómo ha recibido la noticia?
Sabía, desde hace algún tiempo, que mi nombre se había propuesto y que podía salir elegido. Así que, en realidad, este cargo no me ha llegado de imprevisto. En cualquier caso, que confíen en uno para una responsabilidad así es algo que, desde luego, alegra y llena de orgullo, sin caer en la presunción, porque soy consciente de que hay muchas personas preparadas en España que también podrían hacer lo que me han encomendado. Pero ya que me han elegido, voy a intentar –siempre con la ayuda del Señor– dar lo mejor de mí y hacerlo, en este caso, por toda la Iglesia en España.
Por otra parte, también me gustaría agradecerle a nuestro obispo, Mons. José Manuel Lorca Planes, que me haya dado el permiso para poder ejercer esta tarea. Sé lo difícil que puede ser desprenderse de un sacerdote que va a llevar a cabo un cargo de este tipo, aunque en la Diócesis de Cartagena todavía somos muchos sacerdotes y se pueden ir cubriendo las necesidades de un cambio así. Sin embargo, entiendo que puede ser difícil y, de hecho, estoy seguro de que lo ha sido y, en consecuencia, no puedo hacer otra cosa que reiterarle mi agradecimiento por hacer ese sacrificio en su Iglesia diocesana.
¿Qué supone para usted este cargo?
Para mí este nombramiento supone una alegría y un cambio importante en mi vida. Por una parte, voy a tener que dejar la parroquia de San Pío X de Murcia, a la que estoy profundamente agradecido por estos dos años; algo que ya les dije el otro día a los feligreses en nuestra despedida, pero que quiero repetir aquí, porque para mí han sido dos años muy especiales. A partir de ahora la vida se me parte en dos, una parte en Madrid y otra aquí en la Diócesis manteniendo la delegación y las clases de Liturgia tanto en el Teológico San Fulgencio como en los institutos superiores de Ciencias Religiosas San Fulgencio y San Dámaso. También seguiré con la labor pastoral, que ahora, al ser canónigo, desempeñaré fundamentalmente en la Catedral de Murcia.
Además, ahora mismo, me encuentro en un momento en el que estoy más centrado en todos los temas materiales propios de este cambio: traslados, dónde voy a vivir o cómo me voy a organizar, por lo que tampoco he tenido mucho tiempo para pensarlo, pero, supongo, que cuando todo se calme pasaré a la cuestión más espiritual y entonces me daré cuenta de todo lo que implica mi nombramiento y diré: “Señor ayúdame porque es un cargo de mucha responsabilidad y, ciertamente, habrá que llevarlo adelante, lo mejor posible”.
¿En qué consiste la labor del director del Secretariado de la Comisión Episcopal para la Liturgia?
Es una labor muy amplia, pero, resumidamente se trata de llevar a la práctica las decisiones que toma la Comisión Episcopal para la Liturgia, formada por distintos obispos que llevan adelante todo lo relacionado con la pastoral litúrgica a nivel nacional.
Esta comisión hace mucho, fundamentalmente estaríamos hablando de coordinar, a nivel nacional, toda la pastoral litúrgica que se lleva a cabo en las distintas diócesis y, entre otras muchas tareas, sacar documentos que sean de interés para la liturgia. Actualmente, por ejemplo, una de las labores más importantes que se están llevando a cabo es la edición de los nuevos libros litúrgicos, hace poco fue el Misal y, pronto, empezarán a salir algunos de los rituales con la traducción nueva de la Biblia de la Conferencia Episcopal Española.
La comisión se compone de un primer grupo reducido de tres o cuatro sacerdotes que están a la cabeza, luego un conjunto de consultores y asesores y, finalmente, todos los delegados de liturgia de España que, una vez al año, se reúnen en un encuentro organizado por la Conferencia Episcopal.
La liturgia ocupa un lugar muy importante en la vida de la Iglesia, ¿por qué?
A esa cuestión nos respondió en su momento el Concilio Vaticano II, que exponía que la Liturgia es “cumbre y fuente de la vida eclesial” (Constitución Sacrosanctum Concilium, 10). Esto quiere decir que, en la vida de la Iglesia, todo parte de la liturgia y todo tiende a ella. Digamos que la liturgia da sentido al catolicismo porque es el encuentro con Cristo a través de los signos, los gestos y las palabras de la celebración; es, en definitiva, el encuentro con Cristo vivo, que nos da su gracia para que luego tengamos vida en nosotros y, de esta manera, podamos vivir lo que creemos y lo que celebramos. Por lo tanto, la importancia de la liturgia en la vida cristiana es totalmente central, ya que la Iglesia no podría existir sin la Eucaristía y, por extensión, tampoco sin la liturgia.
El cargo de director del Secretariado no es el primero que tiene en esta comisión, ¿en qué consistía su anterior colaboración?
Hasta ahora era asesor permanente de la Comisión Episcopal para la Liturgia. De vez en cuando iba a Madrid con la tarea de ayudar en las labores que el secretario de la comisión me encomendaba. Mi tarea consistía, especialmente, en llevar la edición como jefe de redacción de la revista Pastoral Litúrgica, en la que se publican muchos artículos de interés para esta pastoral. Además, también llevaba a cabo otras tareas que me encomendaban según iban surgiendo en la comisión.
Actualmente, también es delegado episcopal de Liturgia en la Diócesis de Cartagena, un cargo que va a compaginar con el que desarrollará en la Conferencia Episcopal. ¿En qué consiste el trabajo de un delegado de Liturgia?
Pues al igual que en el caso de la comisión, especificar las tareas sería costoso, pero esencialmente se trata de cuidar de la pastoral litúrgica a nivel diocesano, sobre todo, por medio de la formación. Creo que he perdido la cuenta de los cursillos que hemos hecho de ministros, lectores, iniciación a la lectura de las horas, formación con coros… Digamos que, en definitiva, se trata de ofrecer una ayuda a las parroquias y a los agentes de la pastoral litúrgica para que puedan llevar a cabo su misión y su tarea dentro de la comunidad parroquial.
¿Cuál ha sido su formación en liturgia?
El cómo he llegado hasta aquí, en realidad, no lo sé, es cosa del Señor. En cuanto a mi formación, me ordené sacerdote en el año 1998 y allá por el año 2000 compaginé la labor de párroco en Barranda (Caravaca de la Cruz) con los estudios de licenciatura de Teología en Valencia. Al acabar esos estudios, Mons. Manuel Ureña, que entonces era obispo de la Diócesis de Cartagena, me envío a Roma a la Facultad de Liturgia del Pontificio Ateneo e Collegio Sant’ Anselmo, en la curia general de los benedictinos que, por aquel entonces, era la única que había en Roma y que, aún hoy, continúa teniendo un gran prestigio. Allí estuve tres años haciendo la licenciatura, aprendiendo todo lo que hay detrás de la liturgia y la teología que la acompaña, que es lo que más me gusta porque te permite descubrir que, efectivamente, la liturgia es una obra de Cristo a la que hay que asociar a la Iglesia. Un descubrimiento que he de decir fue fantástico.
Al regresar a la Diócesis de Cartagena me hice cargo de la Delegación de Liturgia y, siguiendo las instrucciones de Mons. Juan Antonio Reig, obispo de Cartagena entonces, empecé a hacer las labores de ceremoniero, preparando las celebraciones episcopales de carácter diocesano. Esto ha sido así hasta el día de hoy.
Hace unos años, Mons. José Manuel Lorca Planes, actual obispo de Cartagena, me envío a Barcelona para hacer el doctorado. Actualmente, soy doctor en Teología con especialización en Liturgia por el Instituto Superior de Liturgia de Barcelona, un poco por completar la formación necesaria como profesor de esta materia y otro tanto, por especializarme más en ella. Desde luego, poder doctorarme fue una oportunidad extraordinaria para mí por la cual, entre otros muchos motivos, estoy muy agradecido a nuestro obispo.
Director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Liturgia en la Conferencia Episcopal, delegado de Liturgia en la Diócesis de Cartagena, profesor en el Instituto Teológico San Fulgencio y en los institutos superiores de Ciencias Religiosas San Fulgencio y San Dámaso, editor de la revista Pastoral Litúrgica, colaborador de la publicación diocesana Nuestra Iglesia… La lista parece interminable, ¿cómo puede compaginar todas estas tareas?
En realidad, creo que eso habría que preguntárselo al Espíritu Santo, porque creo que sin su ayuda no sería posible –dice sonriendo. Al final se saca tiempo de donde se puede, quizás no se hace todo con la profundidad y dedicación que a uno le gustaría o con el tiempo de estudio que uno quisiera y también hay que reconocer que, a veces, se vive de las rentas. Alguna vez, por contar una anécdota, se me ha olvidado hacer el artículo de la revista diocesana y he tenido que llamar disculpándome y ha habido que recurrir a alguno de los que se habían dejado en la recámara para estas situaciones, aunque afortunadamente estos han sido los menos. Ahora, con mis nuevas obligaciones, mi planteamiento es aprovechar también el viaje en el tren tanto de ida como de vuelta de Madrid para que me cunda el tiempo para todo.