Las vacaciones traen alegría, regalos y calorías. Es un hecho frente al cual parece que no se puede hacer nada más que rendirse y acumular peso. Pero no tiene por qué ser es así.
Los expertos de Mundo Psicologos han elaborado una guía de supervivencia para prepararnos para las fiestas y relativos banquetes, a partir de la relación muy estrecha que existe entre la alimentación y la psicología, y el papel de la comida en las celebraciones.
Las vacaciones nos hacen comer más
¿Por qué no podemos moderarnos en estas circunstancias? Un poco por gula y un poco por el hecho de estar juntos alrededor de una mesa puesta, disfrutando de momentos de buena compañía, buena comida y buen vino. La comida tiene un valor social muy fuerte, más allá de las diferencias geográficas y culturales. La comida es compartir y un medio de celebración, además la abundancia de comida es un buen augurio, y una señal de bienvenida por parte del anfitrión a los invitados. Todo esto nos permite dejarnos llevar por las celebraciones y los placeres, olvidando el exceso de calorías y los sentimientos de culpabilidad que nos atormentarán en las siguientes semanas.
Mens sana in corpore sano. Una nutrición adecuada contribuye a un buen equilibrio mental
Según los antiguos latinos, un legado de la cultura griega, la mente y el cuerpo son una binomio inseparable, y el bienestar general depende del cuidado de cada parte. Los estudios científicos más recientes confirman estas teorías milenarias, demostrando cómo una dieta equilibrata es la base de un funcionamiento psicofísico correcto, de un estado de ánimo positivo y mejores habilidades cognitivas.
¿Qué podemos entender sobre una persona en función de su relación con la comida?
"Somos lo que comemos", dijo Feuerbach, y así es. Nuestro desarrollo y nuestro ser están fuertemente conectados con nuestra forma de alimentarnos, y esto implica superar el dualismo cuerpo-mente. Un cuerpo bien alimentado es un cuerpo que funciona mejor en su conjunto, incluida la cabeza. Es por eso que la relación con la comida es reveladora, porque desvela la parte más profunda de cada uno de forma primitiva. Podemos entender si una persona está triste o feliz, si come para celebrar, para olvidar o para llenar un vacío. O si tiene una necesidad maníaca de control, si es insegura y piensa que dominando una necesidad primaria con la mente, puede prescindir de cualquier otra cosa.
Cómo las emociones afectan a nuestra forma de comer
Está claro que las emociones juegan un papel fundamental en nuestra forma de alimentarnos. Por ejemplo, ¿por qué comemos rápido? La voracidad es a menudo un síntoma de ansiedad, devorar alimentos, entre otras cosas, es un síntoma de inquietud y una incapacidad para permanecer en el momento y disfrutarlo, para pasar lo antes posible a hacer otra cosa. Este hábito también tiene efectos negativos a nivel físico, comer lentamente es importante para una buena digestión, permite llegar antes a la sensación de saciedad y limitar la asimilación.
Unos comen en exceso y otros dejan de hacerlo durante épocas de estrés. ¿De qué depende?
Comer es una válvula de escape, la relación con la comida está fuertemente condicionada por estados mentales y fluctuaciones hormonales, así como el estado de ánimo. Hay personas que bajo presión necesitan tranquilizarse comiendo, para aliviar su sensación de ansiedad. Y luego están los que dejan de comer, porque su estómago se cierra, sufren náuseas y malestar general que les quita el apetito. En todos estos casos, se trata de un problema importante y no debe subestimarse.
Perder peso antes de las vacaciones para luego no sentirse culpables si se come más
Lo que parece ser una estrategia preventiva interesante, podría revelarse un mecanismo peligroso, así que cuidado. No se recomienda una dieta drástica, ni física ni psicológicamente. Pasando de un régimen bajo en calorías a un régimen alto en calorías en solo unos días, se crea una descompensación calórica, y nuestro cuerpo no agradecerá que le tratemos así.
Cómo superar los banquetes de Navidad y seguir cabiendo el atuendo de Nochevieja
Ahí van algunos consejos para abordar las Navidades limitando el almacenamiento de calorías:
Levántate de la mesa. La conversación suele tener lugar alrededor de una mesa que es reabastecida continuamente. Puedes seguir hablando sin necesariamente comer mandarinas, chocolates y frutos secos al mismo tiempo.
Aplica las mismas reglas que durante todo el año. ¿Normalmente sólo comes un primer plato? ¿Entonces por qué comer tres? Si quieres tres, deberían ser una degustación. Lo mismo se aplica a los aperitivos, segundos platos y guarniciones. ¡Y por supuesto postres!
Cuidado con las excepciones a la regla. Por una vez, no pasa nada, es cierto, pero dos semanas de cenas de negocios, con amigos, en el gimnasio, en el bar y en familia, convierten las excepciones en hábitos y los resultados se ven distribuidos entre la cintura y las caderas.
Nadie se ofende si no comes. No te sientas obligado a atiborrarte sólo porque los anfitriones han cocinado para alimentar a un pueblo entero: no es tu problema. Podrán congelar las sobras y almacenar suministros para los próximos meses.
Selecciona lo que más te guste. No hay que comerlo todo, y seguramente habrá platos que solo comerás durante las Navidades. Estos son los platos para disfrutar, los embutidos, quesos, patatas asadas, pan o chocolates se pueden comer durante todo el año.
Sal a caminar. No está prohibido moverse en Navidad, de hecho, es más que recomendable. Salir durante una hora, con la nieve o el sol, pone en marcha la digestión, es bueno para la mente y impide seguir tragando cualquier cosa.
Haz deporte. Durante las vacaciones tenemos muchos compromisos, pero seguro que puedes encontrar tiempo para correr media hora o nadar. Es un hábito saludable, que además de equilibrar las calorías ingeridas es bueno para la mente.