La actual crisis económica que vivimos en España, que se inició con una virulencia inusitada en el sector de la construcción, pero que con el paso del tiempo está alcanzando a la practica totalidad de la sociedad española, tiene su origen principal en cinco decisiones legislativas a favor del gran capital y de la banca, que fueron tomadas por nuestros políticos de forma apresurada en tiempos de bonanza, sin valorar sus devastadores efectos que asfixiaron de forma fulminante al sector inmobiliario y a sus colaboradores, que ya se han extendido al resto de la sociedad, y que nos han hecho retroceder más de cincuenta años en el progreso de la mayoría de los españoles.
El motivo de la aprobación de esas fatales medidas por los gobiernos que las tomaron, y el silencio de los grupos de la oposición, sólo puede explicarse con la conocida concesión de crédito a todos los partidos y organizaciones sindicales, y el posterior perdón de sus deudas por la banca privada, es decir, "NO ME PAGUES, pero legisla como a nosotros nos interesa".
Las cinco medidas a las que nos referimos son:
En primer lugar, y argumentando que lo que se pretendía era abaratar los costos de la Administración, fue la eliminaron total de la Banca Pública, cuando lo lógico hubiese sido reducirla para conseguir ese ahorro, pero no eliminarla, dando la exclusividad a la banca Privada. Todos recordamos la efectividad de Banco Hipotecario de España, Banco de Crédito Agrícola, Banco de Crédito Local o Banco de Crédito Industrial. Con solo haber mantenido uno de ellos, hoy el Gobierno podría distribuir los préstamos ICO, y no se pagarían diferenciales de interés de más de 6 puntos entre lo que concede el Banco Central Europeo o el Banco de España a la Banca Privada y lo que tenemos que pagar las PYME y los ciudadanos, si es que podemos conseguirlos.
Casi sin darnos cuenta, y sin que nadie reclamara, nuestros políticos modificaron las condiciones hipotecarias de los créditos, dando a la banca, que ya era solo privada, carta blanca para que si el bien hipotecado sufría una disminución de valor, pudiesen exigir al hipotecado la aportación de otro bien que garantizara el valor del importe recibido.
Con estas premisas conseguidas, la culminación de nuestro desastroso futuro tuvo lugar con la modificación de la Ley de tasaciones, donde de golpe todos los bienes Españoles pasaron a depreciarse un 40% de su valor, en el mejor de los casos, pero no se exigía a los bancos tasar sus bienes, porque de haberlo hecho sus balances se hubiesen desmembrado, y se hubiese descubierto la quiebra de la practica totalidad de ellos, al igual que sucedió con la mayoría de empresas y particulares.
A continuación fueron modificadas por Ley las condiciones para la concesión de préstamos a particulares, de tal suerte que aunque por parte del Gobierno se anuncien a bombo y platillo cantidades ingentes de dinero para reactivar el crédito a los españoles, nadie cumplía esas condiciones, y por ello la Banca Privada Española sólo puede conceder préstamos en países en desarrollo o financiar al Gobierno de turno, que vende todas sus subastas sin ningún tipo de problema, mientras las pequeñas y medianas empresas, y los particulares, vemos con asombro como perdemos todo nuestro patrimonio a precio de saldo, y sólo nos ofrecen refinanciar si consideran que la refinanciación puede significar un mayor beneficio para ellos en el corto plazo, o sea, estas medidas nos han ocasionado una enfermedad que "cuanto más corremos más nos duele, y si paramos nos morimos".
Pero lo más grave de todo lo acontecido llega cuando se empiezan a producirse la subasta y adjudicación de los bienes inmobiliarios por la banca, quienes después de recibir ingentes cantidades de dinero del Gobierno, procedentes de nuestros impuestos, vemos con asombro como se convierten en las mayores inmobiliarias del país, que con unas tasaciones ridículas y las subvenciones recibidas, ponen precios irrisorios nuestros anteriores productos, entrando en claro conflicto con la Ley de competencia desleal, que por otro lado ninguna organización empresarial ha denunciado.
Los cinco puntos señalados son, a mí entender, los principales motivos de los males económicos que afectan a la viabilidad de las empresas y a la destrucción continuada de empleo, ya que quienes nos gobiernan no son capaces de darse cuenta de que las medidas tomadas en tiempos de bonanza no pueden ser aplicadas ni son válidas en el momento de crisis actual.
Por parte de nuestros políticos, que la mayoría son funcionarios en excedencia, no se quiere reconocer que el 90% de las empresas que quedan en píe son inviables con las actuales Leyes, y que irán cerrando en los próximos años. Que la mayoría de los españoles de la antigua clase media, hoy desaparecida, están viviendo gracias a las pensiones, ya puestas en peligro, de sus padres o abuelos, y no tienen ningún futuro. Que las nuevas empresas y autónomos que se están creando, en su mayoría al rentabilizar su paro, no superan el año de vida de su actividad, y, en suma, que la miseria es la que se esta adueñando de España, salvo para el gran capital, la banca privada y la clase política, en su mayoría funcionarios en excedencia y "sacristanes de amén", que los hay por miles.
Toda situación es reversible, y la política es el arte de hacer fácil lo imposible. Para ello solo se precisa conocimiento de la realidad, voluntad de realizarlo y, lo más importante, no estar comprometido con el poder económico, para que nadie te impida hacer lo que sea necesario para evitar el desastre que ya tenemos encima, y que irá creciendo.
De no hacerlo se generalizarán los casos que ya se dan en Andalucía, y en otras Regiones de España, donde para evitar la desnutrición de nuestros menores se tienen que dar comidas en los Colegios, es decir, como hace sesenta años sucedía en los Colegios Franquistas. ¿Se acuerdan de la leche en polvo y los quesitos americanos? Pues aquí les tenemos.
Igualmente serán necesarios más comedores sociales.
Sólo falta que los niños reciban a las autoridades con banderitas Españolas en mano a la puerta del Colegio, y que a todos nos hagan gritar: "viva el presidente" donde antes decíamos "VIVA FRANCO".