El especialista en nutrición deportiva de Ribera Hospital de Molina, Pablo Barcina Pérez, recomienda adaptar la ingesta dietética a la actividad física que se practique
Con el objetivo de contrarrestar los efectos del verano, caracterizado por el abuso de bebidas alcohólicas, helados y la pérdida de las rutinas de entrenamiento, éstas son fechas en las que es frecuente retomar e incrementar la práctica deportiva o de actividad física, libre o dirigida. Una práctica que, excluyendo los requerimientos endógenos, representa el mayor gasto energético del cuerpo humano.
En este sentido, el especialista en Nutrición Deportiva de Ribera Hospital de Molina, gestionado por grupo sanitario Ribera, Pablo Barcina Pérez, señala la importancia de un buen estado nutricional, para lo que es imprescindible una correcta ingesta dietética: "Debemos tener en cuenta que existen nutrientes esenciales, esto es, que no los podemos fabricar en nuestro cuerpo y que, por lo tanto, debemos incorporar a través de los alimentos (vitaminas, minerales, algunos ácidos grasos, algunos aminoácidos, etc.). Además, no podemos olvidar que tenemos unos requerimientos energéticos mínimos que cubrir para poder hacer frente a nuestras funciones vitales, como mantener la temperatura corporal etc.".
Partiendo de esta premisa, la ingesta dietética debe adaptarse al tipo de deporte o actividad física que se realice, diferenciando fundamentalmente en deportes de fuerza, deportes de equipo de esfuerzos interválicos y deportes de resistencia, ya que, tal y como afirma Barcina Pérez, "cada una de estas tres modalidades presenta unos requerimientos metabólicos diferentes. Por tanto, las cantidades van a depender tanto del tipo de deporte, del nivel al que se practique, como de las características individuales de la persona".
Por otra parte, también es frecuente el aumento de las dietas en esta época, ante lo que el especialista de Ribera Hospital de Molina advierte de que el concepto de "ponerse a dieta" frecuentemente es asociado a una reducción drástica de la ingesta energética. Y esto puede resultar problemático a medio plazo ya que, en multitud de ocasiones, deriva en una adaptación metabólica a la baja y en el consiguiente efecto rebote.
Por eso, insiste en que un estilo de vida saludable debe apoyarse en una ingesta basada en alimentos frescos y no procesados, acompañada de rutinas progresivas, tanto aeróbicas como de fuerza: "Respecto a la dieta, se debe garantizar una ingesta suficiente de proteínas a través de alimentos como los huevos, pescados, mariscos, legumbres o carnes; y de ácidos grasos esenciales a través del pescado azul o frutos secos. Además, cada día se deben ingerir, al menos, dos raciones de verduras (200-300 grs.), una en la comida y otra en la cena. Y en cuanto al ejercicio, hacerlo progresivamente, empezando por dar 10.000 pasos al día, lo que garantizaría, al principio, la actividad física mínima necesaria para la salud, y rutinas de fuerza tres días a la semana".