La escasez de plasma por la pandemia va a dificultar el acceso a los tratamientos de niños con IDP

Fuente:

Semana Mundial de las Inmunodeficiencias Primarias (22-29 de abril)

La escasez de plasma por la pandemia va a dificultar el acceso a los tratamientos de niños con IDP

En la actualidad hay problemas de abastecimiento de inmunoglobulinas a nivel mundial, el principal tratamiento en la mayoría de las IDPs  

Los pacientes con IDPs han tenido que realizar un aislamiento más estricto para evitar el COVID-19

La pandemia va a dificultar el acceso a los tratamientos de inmunoglubilinas, el indicado para la mayoría de las inmunodeficiencias primarias (IDPs), debido a la escasez mundial de plasma, lo que repercute en su vulnerabilidad frente a infecciones como la COVID-19. Así lo advierte la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP) con motivo de la Semana Mundial de las IDP que se inicia este jueves y que este año busca concienciar, entre otros, sobre la importancia de asegurar la disponibilidad  de plasma para producir terapias que salvan la vida de muchas personas.  Desde SEICAP se recuerda que los niños con IDP y sus familias han tenido que realizar un esfuerzo mayor durante la pandemia con un aislamiento y un cumplimiento de las normas estrictos debido al mayor riesgo de infecciones que tienen por su enfermedad.

En general la pandemia no ha afectado de manera directa a los niños con IDP pero si de forma indirecta, debido a los problemas de abastecimiento de  inmunoglobulinas (derivados del plasma) a nivel mundial; las cuáles constituyen el tratamiento principal de la mayoría de las IDP. “Las gammaglobulinas  se utilizan para administrarles los anticuerpos (defensas) que ellos no pueden producir para hacer frente a las infecciones, por lo que la dificultad de acceso a las mismas hace que queden gravemente expuestos a padecer infecciones severas por cualquier microoganismos”, comenta la doctora Pilar Llobet, coordinador del Grupo de Trabajo de Inmunología de la SEICAP.

Las inmunodeficiencias primarias (IDP) son un grupo de más de 400 enfermedades genéticas caracterizadas por la alteración en el sistema inmunitario de aquellas personas que las padecen. Se consideran enfermedades raras porque se estima que afectan a 1 de cada 1200 recién nacidos. “Las IDP se suelen diagnosticar en la infancia y presentan  mayor susceptibilidad a infecciones que los niños sanos y una predisposición a desarrollar patología alergia, autoinmunidad, inflamación y cáncer, además de un mayor impacto en su calidad de vida”, sostiene la doctora Llobet. Por todo ello, los pacientes con IDP han sido considerados como grupo de riesgo frente a la COVID-19. “Debido a esto han pasado, si cabe, un año más duro que la población general, han estado sometidos a un elevado  nivel de estrés lo que les  ha supuesto mantener exquisito cuidado en el cumplimiento de las normas de seguridad así como  un aislamiento  más estricto y prolongado a través de la educación domiciliaria que cualquier otro colectivo. A lo que se suma el temor de las familias por la insuficiencia de gammaglobulinas que se está produciendo en la actualidad  a nivel mundial por la caída drástica en las donaciones de plasmas”, asegura la doctora Llobet.

Vacuna contra el COVID-19

Es necesario recopilar más datos para conocer la incidencia y gravedad del SARS-CoV-2  en los pacientes con IDP, sin embargo, sí que es cierto que la mayoría de estos pacientes tiene un riesgo elevado de contraer infecciones graves. Por ello, desde la Federación de Asociaciones Científicas Médicas Española  (FACME) se han emitido las recomendaciones de la vacunación en todas las IDP excepto los defectos de IgA y los defectos específicos de anticuerpos, y se  recomienda  la vacunación  de familiares de primer grado convivientes de Inmunodeficiencias Combinadas Graves, Inmunodeficiencias de la inmunidad intrínseca e innata.

El Consejo interterritorial del Ministerio de Sanidad aprobó el documento para la vacunación del Grupo 7 ‘Condiciones de muy alto riesgo priorizadas en mayores de 16 años en España’ donde se incluyen las Inmunodeficiencias primarias. En él y recomiendan que se realicen  con Pfizer (a partir 16 años)  o Moderna (a partir de 18 años), ya que son las que han demostrado mayor eficacia  cuando se evalúa la capacidad de producir respuesta inmune. “Al ser las vacunas inactivas, formadas de RNA, no hay riesgo para los pacientes en cuanto a sufrir  la enfermedad. Por ello, se supone que la  capacidad de producir respuesta frente a la vacuna  será menor, como ocurre con otras vacunas al ser inmunodeficientes, pero es esperable que se observe un grado parcial de protección”, concluye la doctora Llobet. 

La escasez de plasma por la pandemia va a dificultar el acceso a los tratamientos de niños con IDP - 1, Foto 1
Murcia.com