El obispo de Cartagena pide a la Diócesis que se una en oración de acción de gracias a Dios por la vida de Benedicto XVI.
«Con dolor informo que el Papa emérito, Benedicto XVI, ha fallecido hoy a las 9:34 horas». Así anunciaba hace unos minutos el director de la Sala Stampa del Vaticano, Matteo Bruni, el fallecimiento de Benedicto XVI, que moría, a los 95 años, en el monasterio Mater Ecclesiae (en la ciudad del Vaticano) en el que residía desde su renuncia.
El pasado 28 de diciembre, al finalizar la Audiencia General celebrada en el aula Pablo VI, el Papa Francisco pedía oración para el Papa emérito Benedicto XVI, anunciando que estaba «muy enfermo». El Santo Padre pedía así que la Iglesia universal se uniera en oración por su antecesor, rogando al Señor que lo consolara y lo apoyara «en este testimonio de amor a la Iglesia hasta el final»
El obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes, pide a la Iglesia diocesana de Cartagena que se una en oración de acción de gracias por la vida del Papa emérito: «Damos gracias a Dios por la vida de Benedicto XVI. Una vida entregada que ha sido y es para nosotros un regalo muy grande». Cual siervo de la parábola de los talentos recibió muchos dones que no dudó en trabajar, «así hemos visto el resultado de una vida desgastada por el servicio a Dios y a la Iglesia, con una alegría y sencillez impresionante».
Mons. Lorca pide a los sacerdotes que las campanas de las iglesias toquen a las 12:00 horas en señal de luto, también les exhorta a celebrar cinco misas por el alma del Papa emérito.
El papa que miraba a los ojos y escuchaba
Benedicto XVI fue hombre sencillo y al mismo tiempo un gran sabio. Esa era para el obispo de Cartagena la riqueza de su persona: «No son contradictorias estas dos virtudes: la sencillez de vida, la humildad; y la grandeza de su capacidad intelectual». Una sabiduría teológica que supo hacer cercana a todos, «iluminando nuestra vida desde la claridad de sus conocimientos, explicando los misterios de la teología con sencillez; todo un maestro».
De sus encuentros personales, Mons. Lorca recuerda «la dulzura especial en su mirada, en su atención a la persona», siempre cercano y atento: «Ha sido y es un regalo muy grande para la Iglesia. Es uno de los superhombres que intelectualmente nos ha regalado la Iglesia, pero que nunca dejó de vivir con sencillez y cercanía. Un hombre al que me gustaría imitar».
El obispo de Roma que renunció
El cardenal Joseph Ratzinger fue elegido pontífice de la Iglesia católica el 19 de abril de 2005, tomando el nombre de Benedicto XVI. El hasta entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (hoy Dicasterio para la Doctrina de la Fe) tomó posesión como obispo de Roma el 24 de ese mismo mes. En su primer discurso como Papa, Benedicto XVI se definió como «un simple y humilde trabajador de la viña del Señor», confiado en Dios «que sabe trabajar y actuar incluso con instrumentos insuficientes».
Poco antes de cumplir los ocho años de pontificado, el 13 de febrero de 2013 sorprendía al mundo entero con su renuncia. «Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino». Así explicaba, en latín, Benedicto XVI al Consistorio de Cardenales (el órgano que ayuda al Pontífice en el gobierno de la Iglesia), su decisión de renunciar al papado.. En esa misma reunión, el Papa les comunicaba que su renuncia se haría efectiva el 28 de ese mismo mes. «Siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de obispo de Roma, sucesor de san Pedro, que me fue confiado por medio de los cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20:00 horas, la sede de Roma, la sede de san Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice». Desde su renuncia, Benedicto ha vivido retirado en el monasterio Mater Ecclesiae, en oración por la Iglesia.
Una mente preclara y un corazón humilde
«La caridad es amor recibido y ofrecido. Es “gracia” (cháris). Su origen es el amor que brota del Padre por el Hijo, en el Espíritu Santo. Es amor que desde el Hijo desciende sobre nosotros. Es amor creador, por el que nosotros somos; es amor redentor, por el cual somos recreados. Es el Amor revelado, puesto en práctica por Cristo (cf. Jn 13,1) y “derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Rm 5,5). Los hombres, destinatarios del amor de Dios, se convierten en sujetos de caridad, llamados a hacerse ellos mismos instrumentos de la gracia para difundir la caridad de Dios y para tejer redes de caridad». Con un pequeño fragmento de la encíclica Caritas in veritate de Benedicto XVI, damos gracias a Dios por la vida del Papa emérito, por su entrega incondicional a Dios y a la Iglesia, por su gran legado teológico y su espléndida lección de sencillez, humildad y cercanía.. Descanse en paz.