El domingo 23 de octubre se celebra la Jornada Mundial de las Misiones. La Diócesis de Cartagena tiene unos 120 misioneros repartidos por todo el mundo.
«Todo bautizado está llamado a la misión en la Iglesia y bajo el mandato de la Iglesia. La misión por tanto se realiza de manera conjunta, no individualmente, en comunión con la comunidad eclesial y no por propia iniciativa». Así nos recuerda el Papa Francisco, en su mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones de este año, la importancia que tiene la comunión en la misión.
Este domingo, 23 de octubre, celebramos la Jornada Mundial de las Misiones, el Domund, una campaña que cumple 200 años. Dos siglos pidiendo la colaboración económica mediante la colecta de ese día y la oración para ayudar a quienes han sentido de una forma especial la llamada a la misión.
Pero la campaña del Domund no se centra tan solo en un día, sino que el Papa Francisco quiso que octubre se dedicara de forma especial a esta intención, como mes de las misiones. Un mes que comienza con la fiesta de santa Teresa de Lisieux, patrona de las misiones..
La Jornada Mundial de las Misiones, que este año lleva por lema Seréis mis testigos, se organiza cada año desde Obras Misionales Pontificias, el organismo de la Santa Sede que coordina este tema y el que se encarga de repartir el dinero que llega de la colecta de este día.
Sacerdotes, religiosas y laicos, mayoritariamente en familias, dejaron su vida en diferentes municipios de la Región de Murcia para viajar hasta otro país, con una cultura y lengua diferente. Todo por anunciar a Cristo. ¿Pero cuántos misioneros tiene la Diócesis de Cartagena? Según Ignacio Gamboa, delegado episcopal de Misiones, no es una cifra fácil de cuadrar, ya que no todos los misioneros están registrados, pero oscila en torno a los 120. Además, hay que tener en cuenta que en las familias que están en misión no es solo misionero el matrimonio, sino que los hijos, a su manera, también lo son. El delegado de Misiones asegura que cada vez es más importante la vocación misionera de los laicos, de las familias: «Vemos cómo cada vez más va disminuyendo el número de sacerdotes de nuestra diócesis en la misión, la mayoría son ya muy mayores; lo mismo pasa con las religiosas –y lo digo en femenino porque la inmensa mayoría son mujeres–. Ahora mismo, el impulso misionero lo están llevando los laicos. Y es una gran alegría».
Aquellos que se van a la misión lo hacen con el objetivo de hablar de Jesucristo a quienes no lo han conocido. Aunque las circunstancias son muy diferentes: hace unas décadas, los lugares de misión estaban solo en países empobrecidos, pero en la actualidad la realidad misionera es mucho más diversa. Hay países con bonanza económica a los que el Evangelio no ha llegado todavía. «Nuestra misión es comunicar el amor de Dios que nos ha cambiado la vida y queremos que cambie la vida de tantas personas. Siempre nos hemos fijado en los territorios de misión ad gentes, pero estamos viendo que la vieja Europa cada vez tiene más gente que desconoce este amor».
Entorno a la Jornada Mundial de las Misiones, el próximo viernes 28 de octubre se realizará una vigilia de oración diocesana en Cartagena, a las 20:00 horas, en la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús (barrio de San Diego). El delegado de Misiones invita a todos los párrocos a unirse a ese tiempo de oración desde sus parroquias, a través de los materiales que se han preparado y enviado a los sacerdotes.
Unos 120 son los hombres y mujeres que desde nuestra Iglesia local de Cartagena viven como misioneros en diferentes rincones del mundo. ¿Y nosotros? ¿Cómo podemos ser misioneros hoy desde nuestra realidad?: «Hay algunos que están en primera línea de batalla, pero misioneros somos todos. Podemos colaborar de dos maneras: con dinero y con la oración. Además, añadiría con la propia vida, porque tenemos que ser testigos del amor de Dios. Cuánta gente hay que no conoce el amor de Cristo, que necesita encontrarse con esa felicidad, esa libertad. Y eso lo podemos aportar los que hemos recibido ese amor».
Carmen, María Dolores, Rosendo y Ángeles, cuatro vidas entregadas a la misión
Ellos son quienes, en la misión, dedican su vida a hacer presente el amor de Dios en los lugares más desfavorecidos. Ellos son quienes trabajan para llevar a Cristo a quienes más lo necesitan y, con motivo del Domund, la Iglesia pide rezar por ellos especialmente en el mes de octubre. Son los misioneros: religiosos, religiosas, sacerdotes y laicos que, también desde la Diócesis de Cartagena, salen al mundo entero y convierten su vida en testimonio del Evangelio.
Una de estas misioneras es Carmen Molina, de la Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús. Lleva toda una vida, casi 60 años, en la selva amazónica de Perú, dedicada a ofrecer la Buena Noticia a unos hermanos que viven una realidad muy lejana a la nuestra, pero que ella siente muy cerca: «Realmente son personas por las que merece la pena dar la vida, y estoy muy decidida a seguir allí con ellos», afirma. También estos hermanos sienten esa cercanía de la Iglesia y de los misioneros, tanto en su día a día como en los conflictos que sufren sus tribus: «Nos sienten compañeras, nos sienten cercanas, nos sienten familia. Y luchamos con ellos, disfrutamos con ellos, trabajamos con ellos, sufrimos y gozamos con ellos». En su visita a Murcia, Carmen Molina invita a confiar en que las ayudas, que son muy eficaces, llegan a las misiones; y lanza una petición: «Que crezca la solidaridad y la sensibilidad hacia unas realidades que están lejos, pero que están amenazadas».
Otra de estas misioneras es la hermana María Dolores López Parra, de las Hermanas Misioneras de la Sagrada Familia, que ha trabajado en Colombia y posteriormente en Kenia. Allí, su congregación desarrolla su labor en torno a la familia, con una atención centrada en la persona: «Sobre todo, lo que las personas necesitan es que les presten atención; que sepan que son importantes para nosotras», subraya la hermana María Dolores. Para ella, la misión es fundamental en el mundo de hoy, donde todo se relativiza: «Mucha gente ha dejado de conocer a Cristo. Ahora se dice que todas las creencias son válidas, pero nosotros sabemos que Jesús es la verdad; y enseñar la verdad es una obligación, aunque mucha gente no quiera oírla y diga que “todo vale”». Para colaborar en esta tarea de llevar la verdad de Cristo a los demás, propone, ante todo, oración: «Yo soy una forofa del poder de la oración. Suelo decir que hay leyes matemáticas, leyes psicológicas, leyes físico-químicas y leyes espirituales. La oración es una de ellas, Jesús lo dijo claramente: “Pedid y se os dará”. La oración es básica».
Rosendo Garres, sacerdote diocesano que ha sido misionero en Zimbabue durante 50 años, destaca la importancia de ayudar a quienes verdaderamente no pueden ayudarse a ellos mismos: a los más pobres de entre los pobres. «Cuando acabó la guerra en Zimbabue y se dio la independencia al país, teníamos una misión muy remota en la selva, con muchos ríos que atravesar sin puentes. Como había que reconstruirlo todo, porque estaba prácticamente en ruinas, le sugerí al señor obispo: “¿Por qué no ponemos esa misión en otro sitio que sea más accesible, por cuestión de carreteras?”. Y me dijo: “No, porque esa misión se encuentra donde están los más pobres de Zimbabue, y esa misión no se mueve de ahí”. Yo alabé su decisión y dije: “Pues vamos a trabajar con los más pobres de Zimbabue”».
Otra murciana que dedica su vida a la misión es Ángeles López, de las Hermanas Misioneras Combonianas. A sus 82 años, trabaja en Mozambique, donde sobrevivió el pasado mes de septiembre a un ataque terrorista. Pese a lo ocurrido, está muy dispuesta a regresar a la misión, y lanza este mensaje: «Quisiera decir a los jóvenes que merece la pena gastar una vida por la misión. Que hay muchas personas que nos esperan con sed de saber, con sed de Dios, de conocer algo nuevo, algo diferente. Y ellos lo aceptan quizá con una fuerza mayor que nosotros. Merece la pena dar la vida por este ideal».
Un ideal que se recuerda cada octubre en el Domund, para redescubrir la labor de los misioneros y seguir teniéndolos muy presentes durante todo el año.