Desde Docentes Unidos comprobamos que nuestros peores pronósticos se han visto cumplidos: la semipresencialdiad no es funcional, es peligrosa, no protege a la comunidad educativa y no favorece el aprendizaje de los alumnos ni la conciliación de las familias.

Este modelo educativo deforme y desequilibrado que ha planteado la Consejería de Educación de la Región de Murcia (recordemos que tenemos la “suerte” de pertenecer a la única comunidad autónoma de toda España que ha implantado esta modalidad frankensteiniana desde Infantil hasta Bachillerato) genera una tremenda sobrecarga de trabajo para los docentes y dificulta la organización de la conciliación en las familias, por no hablar de la situación de precariedad educativa en la que se deja a nuestros alumnos, la cual es una verdadera aberración por la vulneración de derechos que supone al dejarlos apartados de las aulas uno, dos o tres días por semana, dependiendo del nivel en el que se encuentren.

Apoyamos, por tanto, el recurso de alzada interpuesto por la FAPA Juan González contra la orden que establece este modelo semipresencial y toda la argumentación que esgrimen para llevar a cabo esta acción legal.

Desde Docentes Unidos hemos defendido siempre una presencialidad total con aumento de plantillas y medios, bajada de ratios y búsqueda de espacios alternativos, hemos propuesto turnos de mañana y tarde y otras muchas medidas que habrían sido efectivas para asegurar el derecho a la educación y a la salud de todos nuestros alumnos.

Constatamos, así, en esta primera semana de octubre, que la semipresencialidad es inviable por muchas razones y que la realidad es que, a día de hoy, nos encontramos con un triple escenario para el cual no estamos preparados ni poseemos los medios adecuados.

Los docentes de la Región de Murcia estamos trabajando presencialmente, semipresencialmente y en modalidad telemática: - Presencialmente con los alumnos que cada día tenemos en las aulas.

- Semipresencialmente con aquellos que se quedan uno, dos o tres días a la semana en casa (esta respuesta se realiza desde el aula, rascando diez o quince minutos a las clases presenciales, o desde casa).

- Telemáticamente con el número cada vez mayor de alumnos aislados, a los cuales estamos intentando dar respuesta dedicando nuestro poco tiempo libre a preparar clases telemáticas después de nuestra jornada escolar presencial y semipresencial.

La calidad educativa, así, se resiente significativamente por varias razones: por un lado, el profesor debe atender a todos los alumnos de su grupo, unos en clase y otros en casa, lo que a efectos prácticos es un desdoblamiento pero con un único profesor simultáneo, que no puede atender a la vez a unos y otros.

Por otro lado, se multiplica la carga de trabajo para el docente, pues debe diseñar material específico para enseñanza telemática con el fin de que los alumnos no se desconecten, y no hablamos solo de tareas o ejercicios, sino también de explicaciones grabadas en casa (la opción del streaming es una fantasmagoría que no ha llegado ni a una cuarta parte de los centros, por lo que muchos profesores vuelven a hacer uso de sus propios medios para este menester).

Todo este despropósito, esta locura en las aulas, está mermando la calidad de la educación que reciben nuestros alumnos, nuestros hijos, dificultando el acceso a los contenidos tanto a los que están en clase como a los que permanecen en casa.

Nos tememos lo peor, tenemos miedo de que nuestros jóvenes se queden fuera del sistema porque muchos de ellos, en sus casas, no son capaces de seguir el trabajo del aula, porque a veces pasan la mañana solos o acompañados de algún hermano o de sus abuelos.

No hay derecho a esta expulsión, a esta exclusión injustificada e inmerecida.

Los alumnos en grupos de semipresencialidad al 20% se pierden las explicaciones, por lo que las tenemos que repetir cada día en clase realizando siempre un resumen del día anterior, puesto que muchos de ellos no se conectan ni entran en las plataformas los días que no vienen al aula.

En los grupos al 50% pierden aún más y vamos muy lentos con los temarios.

Los profesores vemos cómo se ralentiza nuestro avance de los contenidos cada día, por lo que se compromete el cumplimiento de nuestras programaciones didácticas.

Por no hablar de la evaluación, no sabemos cómo vamos a poder llevarla a cabo ya que nos encontramos con problemas tremendos a la hora de programar los exámenes y organizar las pruebas, además de que las sesiones para resolver dudas pueden extenderse entre una y dos semanas.

La Consejería de Educación tampoco atiende adecuadamente a los alumnos más vulnerables, sea por motivos socioeconómicos, personales o académicos.

Este alumnado necesita motivación, atención individualizada y cuidado constante.

No es posible atender como es debido estas necesidades desde esta desorganizada modalidad de modalidades.

El alumnado con estas características se desorienta y desmotiva a causa del aumento de barreras: necesitan conexión, dispositivos, entornos de aprendizaje seguros, materiales diversos, metodologías variadas para gestionar el conocimiento, etc., todas estas carencias no facilitan el proceso de enseñanza - aprendizaje para estos niños y jóvenes en situaciones de verdadera indefensión.

Creemos que la Consejería ha optado por una solución que solo puede funcionar, en el mejor de los casos, con alumnado que cuente con todos los recursos (materiales, familiares, personales...), ha priorizado a los alumnos con mayores ventajas sociales y económicas y se han obviado por completo las circunstancias reales de la educación pública en nuestra Región, muy deteriorada ya por años de recortes y abandono.

Nuestros alumnos no merecen ser expulsados del sistema educativo.

Desde Docentes Unidos creemos que la presencialidad al 100% es posible, para ello son necesarios más docentes para desdoblar grupos, menos ratios y más interés por salir de los puestos de cola en los rankings de excelencia educativa.