José Moreno Espinosa y Daniel López Fernández, presidente y director general de la Fundación Jesús Abandonado, han trasladado al presidente de la Asamblea, Alberto Castillo, las dificultades que está viviendo la entidad como consecuencia de la pandemia, que ha transformado a familias enteras con domicilio, en usuarios de esta organización dedicada a la atención de personas sin hogar. De las 300 personas atendidas, 180 responden a este nuevo perfil.
Además de los problemas derivados de la convivencia de este elevado número de personas en un recinto cerrado, y de las medidas que han tenido que adoptar para su dispersión, la fundación ha mostrado su preocupación ante la posibilidad de un rebrote de la pandemia y ha comenzado a prepararse para esa posibilidad. “El escenario para después de la pandemia no es fácil y lo que más nos preocupa es la gestión de cara a septiembre y octubre, ver cómo lo podemos hacer y contar con el con apoyo de instituciones”, ha señalado López Fernández.
La dificultad para que lleguen algunas ayudas y el objetivo de lograr que estas personas se reincorporen al mundo laboral son algunos de los problemas que han sido expuestos al presidente de la Asamblea por los responsables de esta fundación que ha convertido su eslogan en desafío, y que pretende integrar a las personas que viven en la marginación, proporcionándoles algo más que comer y dormir.
Los responsables de la Fundación Jesús Abandonado, cuya principal fuente de ingresos proviene de donaciones de la sociedad murciana, han alabado la sensibilidad del presidente de la Asamblea, Alberto Castillo, “que es muy de Jesús Abandonado y sobre quien han señalado que "le hemos echado la llantera”.