Ante la polemica surgida estos días por la supuesta responsabilidad de la DANA en la mortandad másiva de peces y crustaceos producida en algunas zonas del Mar Menor, desde nuestra entidad queremos aclarar que, si bien está claro que las lluvias han sido el factor desencadenante, es importante saber distinguir entre lo que desencadena una situación y la causa fundamental que la provoca.
Las riadas en el Mar Menor son un fenómeno relativamente frecuente, de hecho, según los índices de torrencialidad de lluvias, la comarca del Campo de Cartagena se encuentra entre las zonas de la península con más posibilidades de recibir precipitaciones de gran intensidad. Un ejemplo de ello son las riadas que afectaron a esta zona durante la segunda mitad de los años 80, y muy especialmente en 1987.
Según los datos pluviométricos de los que disponemos, en el episodio de lluvias torrenciales que afectó a la zona norte del mar menor entre el 4 y el 5 de Noviembre de 1987, las cantidades acomuladas en el observatorio meteorológico situado en el aeropuerto de San Javier, el más cercano a la playa de villananitos, llegaron en total a los 337 litros, frente a los 223 de la situación que afectó a esta misma zona entre el 11 y el 13 de Septiembre de 2019, hablamos por tanto de que la cubeta norte del mar menor recibió, en términos estrictamente pluviométricos, casi un tercio menos de precipitación en esta ocasión en comparación con lo que cayó en la DANA de principios de Noviembre de 1987.
Ante estos datos, desde AMETSE entendemos que hace falta la realización de estudios rigurosos que permitan determinar que parte de la mortandad de especies marinas observada en la zona de San Pedro del Pinatar es achacable estrictamente a causas climatológicas y que parte está relacionada con la actividad humana, no olvidemos que a diferencia de las DANAS, que llevan afectando periódicamente al mar menor desde hace miles de años, la brutal transformación del paisaje y del entorno del mar menor es mucho más reciente y con efectos bastante más dañinos sobre los ecosistemas de la zona como hemos visto en estos últimos años.
Desde AMETSE consideramos que a falta de estudios rigurosos que den una explicación a esta situación no parece que tenga sentido achacar de manera directa a un fenómeno natural y que forma parte fundamental del modelado histórico del paisaje del sureste peninsular como son las DANAS o gotas frías la responsabilidad de poner en riesgo el
equilibrio ecológico del Mar Menor teniendo en cuenta que el aporte de agua dulce procedente de lluvias intensas es algo relativamente frecuente en esta zona.
En este sentido hay que destacar que no es solo agua de lluvia lo que ha entrado al mar menor estos días, ni son las gotas frías las que han cambiado radicalmente el paisaje de un campo de Cartagena que hasta hace unos años estaba constituido fundamentalmente por cultivos de secano que ahora han sido sustituidos por grandes explotaciones de agricultura intensiva que apenas presentan medidas de retención de escorrentías.
El urbanismo descontrolado de los municipios costeros del mar menor, ocupando cauces y ramblas tampoco ha ayudado, por todo ello consideramos que es de una tremenda irresponsabilidad acusar al cielo de la situación sin tener los estudios y análisis pertinentes que incluyan también la situación ambiental por la que actualmente atraviesa el Mar menor, por ello desde AMETSE volvemos a cuestionar que se trate de culpar al clima automáticamente de situaciones en las que existe la indudable influencia de una mala gestión del territorio por parte del ser humano.