La Mar de Músicas celebrará a la María de Medeiros cineasta y cantante en esta edición que el festival de Cartagena hace un Especial Portugal, país de origen de la actriz de Pulp Fiction. La actriz portuguesa más internacional actuará junto a The Legendary Tigerman el 25 de julio en el Patio del Antiguo CIM y un día antes, dentro del ciclo de cine "Portugal: tan lejos, tan cerca" coordinado por Joaquín Cánovas, presentará la pimera película que dirigió Capitâes de abril.
María de Medeiros es una artista polifacética y sorprendente. Esta actriz, cantante y directora de cine, amante de la filosofía y de Carmen Laforet, nació un 19 de agosto en Portugal aunque su infancia allí fue corta ya que sus padres, periodista ella y compositor él, se mudaron siendo ella muy pequeña a Viena.
Desde niña recibió una educación cosmopolita con la música clásica como telón de fondo. No en vano pasó 20 años viajando entre Viena y su Lisboa natal. A menudo volvía a Portugal en coche por vacaciones y desde muy temprana edad estuvo acostumbrada a atravesar Europa, pasando por Italia, Francia, España y Portugal. María cuenta que su madre siempre fue muy buena con los idiomas, por lo que cada vez que cruzaban una frontera todos cambiaban automáticamente la lengua en la que se comunicaban, sin duda una buena escuela para alimentar su cosmopolitismo y su idea sobre Europa como concepto político y como espacio de paz.
Ese cosmopolitismo europeo está presente en el germen de su primer largometraje, Capitâes de abril (2000), que se podrá ver gratuitamente en Cartagena dentro del ciclo "Portugal: tan lejos, tan cerca", con el que La Mar de Músicas rinde homenaje al país luso.
Capitâes de abril es la historia de los héroes de la Revolución de los Claveles de 1974 en Portugal y el proyecto de toda una vida, que tardó 13 años en completar. María de Medeiros comenzó a trabajar en la película cuando a los 21 años se dio cuenta de que era un enorme privilegio haber vivido la Revolución en su infancia y haber sido testigo de la verdadera creación de democracia en Portugal. Según María la televisión nos ha hecho creer que la democracia se consolida con el poder de las bombas, ganando guerras en las que muere población civil pero con su película demuestra que no siempre es así. Capitâes de abril pone de manifiesto la lección que Portugal ha enseñado al mundo. Ha mostrado este ejemplo, único, de cómo se puede lograr una democracia real a través de un camino pacifista y humanista.
Lo que sedujo a María de la idea de la Revolución de los Claveles fue que la sacaron adelante personas muy jóvenes, que tenían 29 o 30 años, pero que ya habían vivido experiencias muy difíciles y fueron capaces de acabar en 24 horas con 48 años de dictadura. Hay pocos ejemplos de golpes de Estado con esa vocación democrática, que hayan devuelto el poder a la sociedad civil. Por eso el testimonio de Capitâes de abril es tan importante. Un testimonio reconocido con los premios del público de los festivales de Arcachon y de Cinesone, así como con el Premio a la Mejor Película en el Festival de Sao Paulo, además de haber sido seleccionada para el Festival de Cannes. En la película Stefano Accorsi, la propia María de Medeiros, Joaquim de Almeida, Manuel Manquiña y Fele Martínez forman parte, entre otros, de un inmejorable reparto internacional.
Rodada en Lisboa, nos invita además a descubrir la capital lusa desde otra perspectiva. El ciclo "Portugal: tan lejos, tan cerca" que La Mar de Músicas ha programado en el Nuevo Teatro Circo de Cartagena del 22 al 26 de julio reúne una serie de cintas que nos transportan a una Lisboa desconocida y que nos prepararán para preparar un viaje imprescindible. Desde Misterios de Lisboa, de José Fonseca e Costa, basada en la guía de la ciudad escrita por Fernando Pessoa, hasta Fados, de Carlos Saura, una de sus películas favoritas y de la que confiesa que el dúo de Mariza con Miguel Poveda le hizo llorar.
Como realizadora ha dirigido además dos cortometrajes, Severine C y Fragmento II, basada en la obra de Samuel Beckett, y el mediometraje La muerte del príncipe, según la obra de su admirado Fernando Pessoa. Pero para ella, que se considera sobre todo actriz, el cine sigue siendo el séptimo arte, no la segunda industria. Por eso, a pesar de las muchas ofertas recibidas, no se ha embarcado en más proyectos comerciales y no ha sucumbido a la tentación de emprender una carrera en Hollywood.
Desde que se decantó por el arte dramático con apenas 15 años debutó en el teatro francés y protagonizó su primera película en 1990 interpretando a la autora Anais Nin en Henry and June, de Phillip Kaufmann, lo papel que le granjeó un gran éxito fuera de Portugal. Su intensa proyección internacional le ha permitido trabajar desde entonces con directores de la talla de Itsvan Szabo, Meeting Venus (1990); Manoel de Oliveira, A Divina Comedia (1990); Bigas Luna, Huevos de Oro (1993) con la que comenzó su romance con la cultura española; Quentin Tarantino, Pulp Fiction (1993); Gonzalo Suárez, El detective y la muerte (1993); o Juanma Bajo Ulloa, Airbag (1996); entre otros. Además María recibió en 1994 la Copa Volpi a la Mejor Actriz en el Festival de Cine de Venecia por la película Tres Hermanos, de Teresa Villaverde.
Fuera del ámbito del cine, De Medeiros también ha desarrollado una interesante carrera musical con tres álbumes en solitario: A Little more Blues (2006), Penínsulas & Continentes (2010) y Pájaros eternos (2012) en los que ha experimentado con el fado, la salsa, la bossanova, el jazz e incluso el flamenco, y numerosas colaboraciones con personajes tan dispares como el compositor italiano Nino Rota, Joan Manuel Serrat, la portuguesa Misia, Raimundo Amador o el poeta y músico Paulo Furtado, el rockero de Coimbra que está detrás de la marca Legendary Tigerman. Ambos interpretarán su ya mítica versión de These Boots Are Made for Walkin en Cartagena el próximo 25 de julio en el escenario de la Facultad de Ciencias de la Empresa UPCT (C.I.M.).
Estas son solo algunas muestras de que María de Medeiros es una artista y una portuguesa atípica. Cuando le preguntaron qué opinaba sobre si la sociedad portuguesa es en general demasiado melancólica respondió: sí, los portugueses tienen que convencerse de que tienen derecho a la felicidad. Ella hace muchos años que está convencida.