El sol marca el ciclo del día y la noche, marca los periodos de actividad y descanso. Su incidencia sobre la tierra marca también las estaciones y las variaciones sobre clima.
El sol tiene una importante influencia sobre nuestro organismo, sintetizamos la vitamina D precisamente cuando el sol incide sobre nuestra piel, esta vitamina es fundamental para el correcto metabolismo óseo y su déficit muy extendido hoy incluso en zonas geográficas como la nuestra está relacionado con la aparición de patologías como la hipertensión o predisposición a ciertos tipos de cáncer.
Durante el día, generalmente, se lleva a cabo nuestro trabajo y la mayor parte de nuestra actividad física, es la fase de mayor consumo energético y donde se producen por ello la mayoría de los radicales libres que pueden resultar tóxicos a nuestro organismo, la bajada de la luz y la oscuridad que desencadena la puesta de sol y el ocaso marca el inicio de la liberación por nuestro cerebro de la hormona melatonina que activa gran parte de los mecanismos de anti-oxidación que repararan aquellos daños que los radicales libres producen en nuestras células y en nuestro material genético, constituyendo la base bioquímica de nuestro descanso.
Tenemos la suerte de vivir en tierras donde habitualmente luce el sol la mayor parte del año, y donde en cualquier estación disfrutamos un buen número de horas al día la luz del sol. Eso influye sobre nuestra psique, basta reflexionar sobre frases coloquiales como “hoy hace un buen día”, hace sol, en esos días seguramente nos sentiremos mejor, más afables y más vitales.
Sin embargo debemos ser conscientes que todo tiene sus ventajas pero también sus inconvenientes. El espectro de la luz solar contiene, entre otros, rayos ultravioletas A y B con importante potencial dañino y los infrarrojos productores de calor.
En Salud Laboral somos conscientes de que nuestra misión es proteger mediante la prevención, estamos acostumbrados a hablar de riesgos en el trabajo, y manejamos protocolos de prevención de forma sistemática. Algunos riesgos son un “clásico” en nuestro quehacer diario, y damos más importancia a aquellos que pueden tener consecuencias graves en la salud de aquellos que protegemos, como puede ser el cáncer. Sin embargo, otros riesgos pueden pasar algo más desapercibidos delante de nuestros ojos, entre ellos las consecuencias de la exposición al sol. Las estadísticas de las principales sociedades españolas de oncología y dermatología hablan solas: el cáncer más frecuente en España es el cáncer de piel y la mayoría de los cánceres de piel están relacionados con los efectos dañinos del sol.
A la vista de estos datos, ¿somos conscientes de que la exposición al sol es un riesgo importante?, desde el mundo de la Prevención de Riesgos Laborales, ¿damos la suficiente importancia a este riesgo? Pero ¿cómo hacerlo?
Algunas de las principales medidas recomendadas son las siguientes:
En primer lugar debemos incorporar a nuestra cultura preventiva estos programas tanto durante nuestra labor como sanitarios en consulta como en nuestra labor como formadores de forma que sepamos transmitir a nuestros trabajadores y a nuestras empresas la importancia de estas medidas y su puesta en marcha.
La potencialidad del daño producido por el sol dependerá tanto de la cantidad e intensidad de radiación solar recibida, como del tipo de piel. Deberemos detectar a aquellos trabajadores con mayor riesgo que serán por una parte aquellos que estén expuestos a la radiación solar directa durante parte importante o toda su jornada laboral y a aquellos con tipos de piel (fototipos) especialmente sensibles, como personas de piel clara, pelo rubio, ojos claros, pelirrojos, y aquellos trabajadores con antecedentes personales o familiares de cáncer de piel. En ellos las medidas de protección deben potenciarse.
Como todo riesgo, en primer lugar si es posible deberemos eliminarlo, si no es posible, controlarlo. Los aspectos organizativos en el trabajo son muy importantes en este plano, si un trabajador va a estar expuesto parte de su jornada al sol, ¿podríamos planificar su trabajo de forma que esas horas de exposición coincidieran con las de menos radiación solar?
Cuando estemos expuestos al sol la vestimenta será parte fundamental de nuestra protección. Deberá ser lo más extensa posible y que cubra la mayor superficie de piel posible con tejidos livianos y transpirables pero protectores de la luz. Deberemos llevar la cabeza cubierta y en trabajos con exposición solar muy importante como tareas de jardinería o labores agrícolas, y siempre que ello sea posible, con sombreros con ala que se extiendan protegiendo el cuello y orejas.
El resto de zonas de piel expuesta y que no podamos proteger mediante la vestimenta deberemos protegerla mediante protectores solares, especialmente la cara y las manos, y deberemos asesorar a nuestros trabajadores en su uso. Las cremas de protección solar de uso diario nada tiene que ver con aquellas que usamos para protegernos en la playa. Debe usarse un factor de protección 50 como norma general (SPF 50) y su aplicación debe hacerse antes de comenzar la exposición al sol y aplicarse con la periodicidad indicada. Existen productos específicos resistentes al sudor que están especialmente indicados durante actividades en que la transpiración aparece, esto previene que con el sudor el producto entre en los ojos irritándolos. Hay que insistir en la importancia de su aplicación en zonas como la piel próxima al ángulo interno del ojo, zona de máxima incidencia de aparición de lesiones neoplásicas y las orejas, frecuentemente olvidamos que están ahí y están cubiertas de piel.
Pero no solo debemos proteger la piel, es absolutamente fundamental recordar que hay siempre que proteger aquel órgano que poseemos que es más sensible a la luz, nuestros ojos, el sol también puede afectarlos, produciendo cataratas de forma precoz así como daños en la retina, siempre que estemos expuestos a la luz solar de forma prolongada llevaremos gafas con filtro ultravioleta o polarizadas, también en tareas prolongadas de conducción.
Con todas estas medidas de prevención podremos reducir al mínimo el daño producido por la radiación solar, tanto el envejecimiento prematuro de la piel como la aparición de cáncer cutáneo, cuidando nuestra salud durante nuestro trabajo y manteniendo a raya a uno de los principales agentes lesivos que nos acompaña a diario y que a menudo no damos la merecida importancia.