El 2 de abril se celebra el Día Mundial del Autismo, una cita que trata de concienciar a la sociedad acerca de este trastorno del desarrollo cuyo número de diagnósticos ha crecido durante los últimos años y sobre la que todavía existe un gran desconocimiento. En concreto, se ha disparado un 600% en las dos últimas décadas.
Precisamente la razón por la que Acierto ha querido analizar en qué situación se encuentran los afectados desde un punto de vista multidisciplinar. Sí, porque, ¿cómo actúa la sociedad?, ¿qué opciones de tratamiento tienen?, ¿pueden contratar un seguro privado o están excluidos desde el principio?
Qué seguros cubren el autismo
Si bien la mayoría de aseguradoras excluyen el autismo, sí existen algunas que incluso cuentan con pólizas específicas. Es el caso de Asisa, que con VitalTEA ha sido la primera de nuestro país que tiene un producto pensado para los afectados por el trastorno y su familia. La idea era romper las barreras existentes y garantizar que a estas personas no se las excluyera o subiese la prima. Garantizan las mismas coberturas y precio que cualquier otro seguro de salud privado.
Además, este proyecto incluye una bolsa de empleo para personas con TEA (Trastorno del Espectro Autista), organización de jornadas de autismo y salud, la formación de los profesionales del cuadro médico de la compañía, etcétera.
Adeslas, por otra parte, cuenta con servicios adicionales en su seguro de salud. Por ejemplo, entre las patologías que evalúa y trata se incluyen las enfermedades psiquiátricas y también los trastornos del desarrollo psicomotriz y el autismo -entre otros-. Eso sí, el servicio de psicología y psicoterapia donde se incluye debe estar prescrito por un especialista en Psiquiatría.
Mucho por hacer
Por desgracia, todavía queda mucho por hacer en no pocos ámbitos. Sí, porque no solo estamos hablando de los tratamientos, sino del desconocimiento acerca de la enfermedad y de la estigmatización que tienen aquellos a quienes se les diagnostica. De hecho, ya la sola palabra se vive como una auténtica tragedia. Y nada más lejos.
Porque las personas que lo tienen (en términos generales) suelen experimentar problemas de comunicación e interacción social, comportamientos reiterativos o viven los cambios de un modo negativo. Lo que ocurre es que procesa la información y los estímulos de un modo distinto y, por tanto, no actúa igual. En cualquier caso, el TEA incluye una amplia variedad de síntomas conductuales.
Por desgracia, la ignorancia generalizada y social hace que el entorno no lo comprenda y reaccione precisamente desde esa incomprensión. Además, cada caso es diferente. Aumentar ese conocimiento es clave para fomentar la sensibilización.
Detectar el autismo a tiempo, clave
Dicho lo cual, un abordaje temprano es importantísimo. Afortunadamente, los diagnósticos se producen cada vez más pronto (la media de edad ronda los tres años); un dato muy positivo si tenemos en cuenta con los niños con TEA que reciben tratamiento antes de los cinco años experimentan mejoras considerables en su comportamiento y habilidades sociales (respecto de los que no lo hacen). Y aunque no hay un medidor médico-biológico, los síntomas iniciales aparecen hacia los dos primeros años de vida.
Entre ellos encontramos la falta de respuesta cuando se les llama y tienen más de 12 meses de edad, la falta de interés por los juegos de simulación a los 18 meses, dificultad para comprender los sentimientos de otras personas, dificultades de expresión, ecolalia, evitar el contacto visual, hacer movimientos repetitivos, mecerse o similares; reaccionar de forma poco convencional a estímulos como el sonido, el gusto, etcétera. Tampoco suelen desarrollar la atención conjunta y no se interesan por las mismas cosas que el resto de niños.