Contempla asimismo la elaboración de nuevos productos alimentarios y para la industria de cosméticos
La Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería y Pesca ha concedido ayudas por valor de 196.392 euros a la asociación ‘Observatorio de innovación agroecológica frente al cambio climático’, para llevar a cabo un proyecto que pretende seleccionar especies y variedades promisorias como alternativa a los cultivos dominantes actualmente, que sean capaces de adaptarse a las exigencias del cambio climático (mayor estrés hídrico y salino) y con potencial para introducirse en el mercado y contribuir al desarrollo socioeconómico de la Región. La iniciativa se incluye en el marco del Programa de Desarrollo Rural y está financiada en un 63 por ciento por el fondo europeo Feader y en un 37 por ciento por la Consejería.
El proyecto, que presentó esta semana la directora general de Fondos Agrarios y Desarrollo Rural, Carmen María Sandoval, incluye acciones pioneras en el ámbito nacional, tales como la creación de una red de centros y parcelas de innovación agroecológica. También la selección de especies y variedades de interés, a través de un proceso participativo, con la intervención de agricultores, técnicos, cocineros y consumidores.
Inicialmente las actuaciones se centran en cultivos como quinoa, amaranto y moringa. También se tendrán en cuenta otros como jojoba, argán y aloe, para analizar, mediante ensayos, la calidad nutricional y la capacidad de adaptación al estrés hídrico y salino de diferentes especies.
El proyecto contempla asimismo la elaboración de nuevos productos alimentarios y para la industria de cosméticos, a partir de estos cultivos promisorios, así como una campaña de difusión para comunicar los resultados del mismo tanto al sector agroalimentario como a los consumidores.
Observatorio
El Observatorio de innovación agroecológica, en esta primera convocatoria de ayudas a la constitución de grupos operativos, centrará sus objetivos en la recuperación, conservación y revalorización de especies y variedades infrautilizadas en la región mediterránea, así como en la selección y adaptación en nuestro territorio de variedades como las mencionadas anteriormente.
Según la directora general, “se trata de afrontar el reto que se plantea de cara a las próximas décadas: producir alimentos sanos y saludables, con menos consumo de agua, para adaptarse a las condiciones del cambio climático, luchar contra la desertificación e impedir así el abandono de tierras”.