“Entregarme totalmente al Señor, para eso quiero ser sacerdote”, Andrés Ibáñez Vicente

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“Entregarme totalmente al Señor, para eso quiero ser sacerdote”, Andrés Ibáñez Vicente

Este sábado, 7 de junio, a las 11:00 horas, en la parroquia de La Purísima de la pedanía murciana de Zarandona, será ordenado sacerdote. Celebrará su primera misa al día siguiente, en el mismo templo, a las 20:00 horas.

Dos años después de su Primera Comunión, unos vecinos de su pueblo, Zarandona, le animaron a ser monaguillo. Al año siguiente acudió a un encuentro de monaguillos, junto a otros 30 más que había en su parroquia. Le llamó la atención “la alegría que tenían los sacerdotes y los seminaristas”. Este fue el detonante de una serie de preguntas que terminaron en una: “¿Me llama el Señor a ser sacerdote?”.

En el siguiente encuentro de monaguillos, un año después, volvió a plantearse ese interrogante. Pocos días después su párroco le hizo la misma pregunta y él tomó una decisión que cambiaría su vida: con tan sólo 12 años, Andrés Ibáñez Vicente entró en el seminario menor, donde acudía cada quince días (primero los sábados y después el fin de semana completo).

A los 18 años comenzó el seminario mayor, pasó un proceso largo, en el que las dudas le invadieron en algunos momentos; incluso se hizo árbitro de fútbol, durante su etapa de seminarista, por la inquietud de probar algo más. “Doy gracias al Señor porque me puso en el camino a un sacerdote, Miguel Conesa, que me fue ayudando a ver que estaba llamado al sacerdocio. Gracias a él vi que el Señor quería que diera la vida entera, que me entregase”.

En el seminario mayor ha tenido dificultades y obstáculos, pero lo tiene claro: “Dejarme ayudar por un sacerdote y apoyarme en la oración son dos cosas fundamentales para que mi vocación vaya creciendo y yo vaya entregándome poco a poco al Señor”. Además, convivir con otros jóvenes que han sido llamados al sacerdocio igual que él, le ha reconfortado y ayudado en su día a día.

La etapa de diaconado, que comenzó el 10 de diciembre, la ha pasado en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Molina de Segura, donde ha vivido unos meses “maravillosos”, en los que ha podido descubrir, una vez más, “la gracia del Señor” y en los que ha confirmado que “si se confía, sale todo”. Durante este tiempo ha realizado bautizos, en los que ha aprovechado, de una forma especial, para acercar a los padres y padrinos a la Iglesia. “Es una manera –comenta el diácono– de llevar a los demás todo lo que he aprendido en este tiempo en el seminario, pues esos niños pasan a ser nuevos hijos de Dios”. Frente a la alegría de un nacimiento, Andrés se ha encontrado también la tristeza y el sufrimiento de la muerte en los entierros, momentos en los que siempre ha intentado hacerles ver “que el Señor está al lado suyo, que no se quedasen en ese dolor, sino que mirasen adelante, que Él resucitó; que confíen en el Señor, que todo sale si lo hacen, porque no van a estar solos”.

A tan sólo unas horas de su ordenación sacerdotal, que tendrá lugar mañana sábado, a las 11:00 horas, en la parroquia de La Purísima de Zarandona, está convencido de que quiere ser sacerdote para entregarse “totalmente al Señor”. “Yo ya no me pertenezco, yo soy de Cristo y quiero darme totalmente a Él para que me pueda dar a la gente. Para dar a la gente a Cristo, mejor dicho”. Es por eso que el lema de su ordenación es del pasaje de la samaritana, “Dame de beber”, en el que él siente cómo Dios le pide agua a él a través de su ministerio y, a la vez, él debe llenarse de ese “agua viva” para darse a los demás.

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