El guardia civil en el año 1991 era un novel guardia civil que había empeñado su juventud en la lucha contra ETA y por ello prestaba sus servicios en el GAR, Grupo Antiterrorista Rural de la Guardia Civil, que por aquellos años lideraba la lucha contra la banda terrorista.
El 17 de agosto de 1991 la Guardia Civil realizo varias entradas en pisos francos de ETA esperando encontrar al Comando Donosti, siendo recibidos a tiros en uno de ellos y entablándose un tiroteo con el resultado de tres terroristas muertos, uno detenido y dos guardias civiles heridos. Por dichos he-chos se concedieron medallas a varios agentes, pero no a todos los actuantes a pesar de haber te-nido que defender su vida a tiros y conseguir la detención de un importante comando terrorista.
Nuestro compañero años después considero injusta dicha discriminación y comenzó una batalla le-gal que ha llegado hasta el 2017. En primer lugar la Dirección General de la Guardia Civil le negó la posibilidad de instruir el correspondiente expediente para la concesión de la medalla solicitada, te-niendo que ser el Tribunal Superior de Justicia de Madrid el que obligara a la Guardia Civil al menos a instruir dicho expediente administrativo con una propuesta favorable.
La Dirección General de la Guardia Civil en ejecución de dicha sentencia instruyó el correspondiente expediente, pero sin embargo inexplicablemente con informes negativos que llevaron al Direc-tor General a DENEGAR LA MEDALLA en 2013, sin ningún tipo de explicaciones.
Es ahora, en el 2017 es cuando la Audiencia Nacional DENIEGA también la medalla en senten-cia 78/2017 emitida el pasado 20 de mayo argumentando que “Efectivamente, esa resolución de no proponer la concesión de esa Cruz al actor es muy escueta, pero la referida norma que la regula no exige más motivación, señalando que corresponde al Director de la Guardia Civil sancionar su opor-tunidad, lo que está haciendo mención, evidentemente, a una facultad íntegramente discrecional”
DISCRECCIONALIDAD EN LA CONCESION DE MEDALLAS EN LA GUARDIA CIVIL.-
En el Cuerpo de la Guardia Civil la concesión o denegación de las recompensas y medallas obedece a la discrecionalidad del Director General de la Guardia Civil y las propuestas total-mente arbitrarias de la escala jerárquica. De este modo en la Guardia Civil estamos acostumbrados a que guardias civiles en labores administrativas posean más medallas y recompensas que los que se encuentran en unidades operativas arriesgando su vida.
Y aún más sangrante es que las escalas superiores tengan un número mayor de medallas y de ma-yor entidad que los componentes de la escala básica y ello a pesar de que la mayoría de los mandos se encuentran en labores de dirección no operativas, y aunque esta sea imprescindible rara vez arriesgan su vida o sufren lesiones. Recordemos que se ha publicado hace unos días que el guardia civil más condecorado del Cuerpo es un coronel destinado en una oficina
AUGC ha denunciado en reiteradas ocasiones el sesgado criterio que se aplica en la Guardia Civil a la hora de conceder las medallas, que curiosamente suelen terminar prendiendo siempre de los mismos pechos, mientras que los guardias civiles de base deben contentarse, en el mejor de los casos, con una palmadita de consolación.
Se trata de un evidente caso de discriminación cuyas causas tan sólo pueden atribuirse a una discrecionalidad en la concesión de medallas, algo que afecta en la carrera profesional y los destinos a ocupar por parte de los agentes. En esta ocasión, el guardia civil ha tenido que padecer la libre interpretación de unas leyes cuya redacción resulta, en el mejor de los casos, harto farragosa
Por supuesto nuestro compañero ha recurrido al Tribunal Supremo porque considera que arriesgó su vida como el resto de compañeros y como ellos es merecedor de la correspondiente medalla. Del mismo modo, cabe preguntase el motivo por el que, mientras que tres de los compañeros del demandante sí recibieron sendas condecoraciones por su actuación, a este guardia civil se in-formó negativamente la suya por parte del jefe de la Comandancia, pese a sí haber sido felicitado por su acción.