De familia cristiana recuerda ir a Misa desde niño a la parroquia de El Salvador de Caravaca de la Cruz, su participación en el Rosario de la Aurora o en la Escolanía de la Vera Cruz. Recibió los sacramentos de iniciación cristiana en El Salvador, donde también fue catequista de Confirmación, y a los catorce años inició las catequesis del Camino Neocatecumenal en la parroquia de San Francisco de Asís. “Desde siempre me he sentido genial en la iglesia, como en casa. He crecido cercano a los sacerdotes que tanto me han ayudado, pero era reacio a eso de ser seminarista”, explica Saúl.
Al terminar el Bachiller comenzó un módulo de artes gráficas con la idea de trabajar en el negocio familiar. “Tenía mis planes, pero el Señor tenía otros planes para mí”. Asegura que fue un año “catastrófico” pero que le sirvió para conocerse mejor: “fui consciente de mis pecados, sentí que estaba triste, que me había alejado de la Iglesia”.
Hay una fecha que tiene guardada a fuego en su corazón, el 21 de julio de 2008. Ese día tuvo lugar el entierro de su amiga Sara, una joven caravaqueña. “En la homilía dijo el sacerdote que la muerte de Sara no sería en vano y que el Señor se valdría de su sufrimiento para suscitar vocaciones en la parroquia. Fue entonces cuando fui consciente de que quería experimentar la alegría de Sara durante su enfermedad y entonces pedí su intercesión para hacer la voluntad del Señor”.
Comenzó entonces un tiempo de discernimiento. Participó con el Seminario Mayor de San Fulgencio en una convivencia vocacional en julio y en septiembre quería ir a Italia para participar en una convivencia con el Redemptoris Mater, pero esa fecha le coincidió con el examen de Selectividad. Al suspender el examen, desde el Redemptoris Mater le ofrecieron la posibilidad de comenzar en el seminario cursando asignaturas de Filosofía y presentarse en junio otra vez a la Selectividad.
De nuevo, la muerte de una amiga, ‘coincide’ con otro momento a recordar en su experiencia vocacional. “La primera vez que acolité como seminarista fue en el entierro de Elena. Ella me animó siempre a entrar en el seminario”.
En sus años en el seminario, donde asegura que se ha sentido “como en casa desde el primer día”, tuvo que volver a ‘lidiar’ con los estudios, algo que según él le ha costado siempre, “pero Dios capacita a quien elige”.
Como el resto de sus compañeros de seminario, Saúl también ha vivido una experiencia de misión, en su caso, durante un año y medio en Brasil, un lugar al que volvería “con los ojos cerrados”. Un tiempo de gracia del que aprendió mucho y que le ayudó a crecer. “Cuando llegué a Brasil tuve que aprender portugués, de nuevo mi lucha con estudiar un idioma, y también a tocar la guitarra y a cantar. Nunca me imaginaba que podría hacer eso y conseguí defenderme. Dios te da una misión y te capacita para ello”, dice entre risas.
El pasado mes de octubre fue ordenado diácono y ha servido desde entonces en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Cieza. “Ha sido uno de los mejores años de mi vida. Sé que puede sonar cursi, pero Cieza ha sido mi ‘primer amor’, allí he celebrado mi primera boda, mi primer bautizo, mi primer entierro”. Es plenamente consciente de la responsabilidad que le otorga su ministerio: “Ya no hablo como Saúl, ahora hablo como Iglesia. Es una responsabilidad que viene de parte de Dios. Tienes que ser consciente de que tus palabras pueden salvar la vida de alguien”.
Para su ordenación ha elegido una frase de la segunda carta de San Pablo a los Corintios que resume cómo siente su vocación sacerdotal: “Llevamos este tesoro en vasijas de barro”, consciente de sus limitaciones y de la gran responsabilidad de saberse llamado por Dios para este ministerio.
Saúl se ordenará mañana en su tierra, en Caravaca, en la explanada de la Basílica Menor-Santuario de la Vera Cruz, junto a sus compañeros Doménico y Genildo. Desde 1989 no se celebra en la ciudad de la Cruz una ordenación sacerdotal y desde entonces se han ordenado 10 sacerdotes caravaqueños del Camino Neocatecumenal en diferentes partes del mundo. “Gran parte de América se evangelizó con un signo, la Cruz de Caravaca. Y ahora un brasileño (Genildo) se ordenará presbítero en Caravaca. Es hermoso ver cómo se recogen los frutos de la misión”.
Saúl presidirá su primera Misa el domingo, 3 de julio, en la parroquia de El Salvador de Caravaca, y el 9 de julio lo hará en la parroquia de la Asunción de Cieza.