Su infatigable voluntad la dedicaba, esta vez, a recuperar los nombres de todas las mujeres que con ella pasaron, en la prisión de las Ventas, por el departamento de menores, para que no se las olvidara, para hacer constar, una vez más el carácter delictivo de la dictadura de Franco que todas ellas sufrieron y que la justicia debe sacar del anonimato. Luchadoras y represaliadas, como ella. Esta vez, no pudo terminar el empeño.
Pero seguro que lo terminarán otros y otras, porque ella siguió estando, a pesar de la adversidad, en el lado bueno y noble de la causa obrera, predicando con su ejemplo. Con firmeza, pero sin resentimiento: al contrario, siempre sonriendo a esa vida que este martes se le ha escapado.
Resistir es vencer, Concha. Y tú venciste, que lo sepas. A las trece rosas se ha añadido hoy una más, la rosa bonita que siempre será Concha Carretero.