Una vez más, cientos de lorquinos quisieron acompañar a las Madres Clarisas en la consagración de la capilla de su monasterio, celebración que tuvo lugar en la tarde de ayer y que estuvo presidida por el Obispo de la Diócesis de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes.
En la celebración participaron también el Provincial de los Franciscanos, P. Jesús Hernández; el Vicario Episcopal para la Vida Consagrada, D. Domingo López; el Vicario Episcopal de la Zona Pastoral de Lorca, D. Francisco Fructuoso; el Vicario Episcopal para la Economía, D. Antonio León; el Vicario Episcopal de la Zona Pastoral Caravaca-Mula, D. Jesús Aguilar; el Padre Guardián del Convento Virgen de las Huertas, P. José Hernández Valenzuela; así como los párrocos de Lorca y sacerdotes vinculados a la ciudad.
Entre los fieles se encontraba el presidente del Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura, D. José Manuel Clavel, acompañado por gran número de regantes, que han sido los que han financiado las obras de restauración de todo el inmueble, que se vio profundamente dañado en los terremotos del 11 de mayo de 2011. Precisamente con agua del trasvase se bendijo el templo al iniciarse la celebración de la Eucaristía.
Durante la homilía, Mons. Lorca Planes agradeció de nuevo a los regantes su generosidad y al Vicario para la Economía su trabajo incansable durante estos dos años "tan difíciles".
Con el Salmo 127, "Si el Señor no construye la casa en vano trabajan los albañiles", el Sr. Obispo hizo hincapié en que toda la obra de reconstrucción del monasterio había estado en las manos del Señor, valiéndose de mediadores como los regantes y todos los que la han hecho posible, "porque el que confía en Dios tiene buen criterio y hace bien las cosas", explicó el Pastor Diocesano que se dirigió en varias ocasiones a las Madres Clarisas para agradecer su vida contemplativa orando por los demás, "cantar las alabanzas a Dios porque ha estado grande con vosotras".
Mons. Lorca Planes explicó que una vida consagrada es garantía de que habrá alguien en presencia del Señor rezando por la humanidad, "sois la garantía del favor de Dios, un ejemplo de amor entregado, profetas de esperanza; sois icono y anticipo de las realidades definitivas".
Tras la liturgia de la Palabra, comenzó el rito de consagración del templo en el que se depositaron las reliquias en el Presbiterio. Posteriormente el Sr. Obispo hizo la oración de consagración y ungió con el Santo Crisma la Mesa para el Sacrificio Eucarístico; concluyendo el rito con la incensación del templo y del Altar, que una vez consagrado se preparó para celebrar por primera vez la Eucaristía.
La celebración se siguió en el atrio y el patio interior del monasterio a través de dos pantallas.