Dentro del apartado más pop-folk-rock del Cartagena Jazz Festival, actuará en el Nuevo Teatro Circo el próximo domingo 11 de noviembre, Andrew Bird. Lo hará presentando su último e íntimo disco, Hands of glory. Este multi instrumentista de origen americano aúna lo mejor de la escena americana con una formación musical de primera división. Las entradas cuestan 20 Euros.
Del violín a la guitarra, al xilófono pasando por sus silbidos como parte fundamental de su música, todo ello formando un loop sobre otro hasta completar sus composiciones. El viejo mito ferial de los hombres orquesta, corregido y dignificado hasta los límites mismos del asombro, es el que encarnan raros privilegiados, como Bird. Según la crítica especializada el de Chicago ha conseguido con "Hands of Glory", uno de sus mejores discos, catalogado por muchos como "extraordinario". Bird es capaz de hacerlo todo, y al parecer, todo bien.
Una pequeña punzada de inconformismo taladrando el cerebro de Andrew Bird parece ser la semilla que ha hecho germinar el último disco del cantautor de Illinois. Sólo ocho meses después de Break It Yourself el violinista y silbador profesional ha firmado un trabajo bastante más conciso que el anterior, y también más preciso, y sobrio. En Hands of Glory las cuerdas se vuelven a agarrar al folk para fabricar las melodías donde Bird reside desde hace tiempo.
El hombre que empezó tocando el violín para resucitar el sonido swing de los 30' y 40' se independizó de en 2005 aprendió a tocar la guitarra y a componer con este instrumento y en ese mismo año parió uno de sus mejores discos The Mysterious Production Of Eggs. Desde entonces ha estado buscando el sonido perfecto, la melodía preciosista que le encumbre a lo alto del folk-pop americano. Con su voz en ocasiones lastimera, en ocasiones cálidas y a veces incluso un pelín rota Andrew Bird lleva repitiendo los mismos ejercicios musicales una y otra vez y si no cansa es porque es realmente bueno en lo que hace. Es un músico obligado a cantar, que escribe letras -con las que por cierto está mejorando notablemente- porque el público al que quiere llegar no lo aceptaría sin ellas.
Detrás de las ocho canciones de Hands of Glory hay un relato donde la muerte, el pecado y la resurrección bailan en una sala completamente a oscuras al son de las cuerdas del violín. Todo comienza con Three White Horses donde la percusión es el telón que luego abre a un coro angelical que después se ve aplastado por el llanto acuoso del violín. Y todo termina con Beyod The Valley Of The Three White Horses cerrando el viaje que había comenzado siete cortes antes.