El próximo 16 de julio, las Hermanas Apostólicas de Cristo Crucificado celebran su XII Capítulo General de la Congregación. Como bien han informado desde el Convento de Villa Pilar, “un Capítulo General es un acontecimiento de Gracia congregacional pero sobre todo eclesial, nos concierne a todos.” De este modo, explican que “se celebra cada seis años, representa a toda la Congregación y en docilidad al Espíritu Santo evaluamos nuestra vida y nuestra misión a la luz del Evangelio y del Carisma propio”. “El Capítulo promueve la revitalización de la vida religiosa y apostólica de la Congregación mediante una continua renovación y adaptación al tiempo actual, siendo fieles a lo esencial y vital que nos identifica dentro de la Iglesia como Congregación”- precisan. Con motivo de este acontecimiento, las Hermanas aprovechan para “pedir oraciones por nuestra Congregación, para que seamos fieles a lo que Dios quiere de nosotras y sepamos hacer vida la herencia preciosa que nos legaron nuestras fundadoras”.
Las Hermanas Apostólicas de Cristo Crucificado son una congregación religiosa de origen murciano. “Nacimos como Congregación el 13 de septiembre de 1939 gracias a la disponibilidad y generosidad de dos mujeres que escucharon la voz del Espíritu y se dejaron llevar totalmente de su impulso”- cuenta una de las Hermanas. Así, nos dan a conocer a estas almas que fielmente respondieron a la llamada del Señor, cuyos frutos continúan extendiéndose por todo el mundo.
La Congregación halla su raíz en el corazón de María Seiquer Gayá, “murciana, de espíritu resuelto, comunicativo y acogedor que atrae de inmediato la simpatía de cuantos la conocen- expresan desde el Convento; - casada con Ángel Romero Elorriaga, médico otorrino conocido en Murcia por su generosidad y dedicación a hacer el bien a los necesitados.” Su marido fue asesinado en la guerra civil española y a partir de ese momento su esposa María Seiquer sintió el deseo de devolver bien por mal como Jesús. Ella misma expresa este deseo textualmente: “…el Señor me hizo la gracia de solamente desear el perdón y hacerles bien a todos los que locamente fueron capaces de matarlo…me dio el Señor el deseo de devolver bien por mal. Tú me enseñaste a perdonar desde la Cruz: y por eso en los momentos más trágicos de mi vida perdoné.”
La otra mujer que acompaña la obra de María Seiquer Gayá es Amalia Martín de la Escalera, de Santander que desde pequeña ha soñado con entregarse a Dios en la vida religiosa. “Hay algo en ella que es como una obsesión desde muy joven: encontrar una congregación religiosa que se dedicara a cristianizar y promocionar a las gentes de los pueblos y aldeas, tan abandonados en aquellos tiempos”- explican.
“Nuestras fundadoras se conocen en Salamanca de una manera providencial y Dios preparó ese encuentro que marcó un camino dentro de la Iglesia con el nacimiento de la Congregación de Hermanas Apostólicas de Cristo Crucificado”- señala una de las hermanas que ha seguido sus huellas. “Éste es un resumen muy condensado de nuestros principios, cuando se conocen más ampliamente se ve con una nitidez increíble la mano de Dios preparando todos los pormenores para hacer posible este nacimiento”- alega.
“nos sentimos llamadas a cristianizar por la Cruz y la Resurrección de Cristo todas las situaciones humanas”
“Sabemos que el espíritu y el carisma que nos transmitieron nuestras fundadoras sigue vivo y es identificarnos con Cristo Crucificado, intentando adoptar sus mismas actitudes de Sacerdote y víctima, es decir, amando, perdonando, compadeciéndonos de toda miseria humana, ofreciéndonos al Padre y consagrando con Él toda nuestra vida a Dios, participando así de su anonadamiento”- precisa una de las religiosas. Añade que “de esta forma nos sentimos llamadas a cristianizar por la Cruz y la Resurrección de Cristo todas las situaciones humanas, principalmente el trabajo, la pobreza y el sufrimiento de los más necesitados”.
La misión que realizan dentro de la Iglesia en las diversas comunidades “es la misma que el Espíritu inspiró a Madre Amalia y a Madre María: la evangelización de nuestros ambientes rurales mediante: catequesis, pastoral de enfermos, colaboración en las parroquias, casas de espiritualidad, pastoral penitenciaria, enseñanza… y cualquier necesidad que surja en el pueblo donde estamos ubicadas. Pero sobre todo con nuestra cercanía, acogida, e inserción en el pueblo”.
Según han informado, las Hermanas Apostólicas de Cristo Crucificado tienen comunidades en varios lugares de España: Coruña, Lugo, Badajoz, Cáceres, Jaén, Alicante, Albacete y Murcia. Además, también residen en Guatemala (en la Colonia 1º de Julio y San Pedro Sacatepeque), en Honduras (en San Antonio Cortés), en El Salvador (en Nahuizalco), en la República Dominicana (dos comunidades en Padre las Casas y Peralta), y dos comunidades en El Alto de Bolivia. “Siempre en pueblos, campos y aldeas como querían nuestras fundadoras; la ruralidad es una característica muy nuestra”- indican.
Con todo, estas Hermanas han comunicado que pronto fundarán una nueva comunidad en África, concretamente en el centro de Mozambique –Namarroi. “A pesar de que corren tiempos de crisis, para nosotras es un reto y una alegría llevar el mensaje de Amor y esperanza de Cristo Crucificado con nuestro estilo propio de sencillez, humildad, disponibilidad, perdón y servicio desinteresado”- comentan.