Vinculada a la Secretaría del Centro de Estudios Diocesano desde que se abrió en 1987, Mabel Luján ha dedicado desde entonces su trabajo, su tiempo y su persona a este servicio de la Iglesia Diocesana. Con gran cariño recuerda que “ha visto crecer” a muchos de los sacerdotes. Mons. Lorca Planes era Rector del Seminario Mayor de San Fulgencio cuando ella comenzó a trabajar, ahora le emociona verlo como Obispo. Asegura que este trabajo “ha marcado su vida”. Este año se retira, pero Mabel no ha dado su “adiós” al Centro. Continúa colaborando voluntariamente y dando lo mejor de sí, como lo ha hecho hasta ahora. Durante la inauguración oficial del Curso que se celebró ayer, Mabel Luján recibió entrañables muestras de cariño y agradecimiento. Reconoce haberse sentido “muy querida” y que lo único que puede decir es “gracias”.
- ¿Cómo fue su llegada a este Centro?
- D. Raimundo Rincón, el primer Director del Centro de Estudios, fue la persona que confió en mí para este trabajo. El Secretario era D. Tomás Cascales. A los dos les debo muchísimo.
- Desde entonces, ¿qué ha significado para usted la experiencia de este trabajo?
- Para mí ha sido una experiencia magnífica, ha marcado mi vida. He recibido cariño de todo el mundo.
- ¿Qué cargos ha ocupado durante estos años?
- Comencé como oficial de Secretaría. Más tarde, cuando se creó el Instituto de Ciencias Religiosas San Fulgencio, fui nombrada secretaria de dicho Instituto.
- ¿Qué le ha aportado más de esta labor con los sacerdotes, religiosos, seminaristas y estudiantes?
- La relación personal y humana con cada uno de los estudiantes que han pasado por aquí; y también con directores y secretarios.
- Algo que guarde especialmente en su corazón…
- El ver a tantos alumnos que ahora son sacerdotes… les he visto crecer. Es algo emocionante encontrarme ahora con tantos sacerdotes.
- Ha tenido la oportunidad de trabajar con personas que tienen “relación directa con Dios”, ¿no es esto un regalo para una persona católica como usted?
- Por supuesto. He aprendido muchísimo de todas las personas, alumnos y profesores. Ha sido una oportunidad única, un trabajo muy especial. Me siento muy feliz de haber trabajado aquí y de haber servido a la Iglesia Diocesana. Lo único que puedo decir es “gracias”. Me he sentido muy querida.
- Imagino que el acto que se celebró ayer para inaugurar oficialmente el curso habrá sido especialmente emotivo para usted con las muestras de cariño y agradecimiento que recibió…
- Sí, no esperaba que nadie me nombrara ayer… me he emocionado.
- Si pudiera dirigirse ahora a todas esas personas con las que ha compartido tantos años en el Centro de Estudios, ¿qué les diría?
- Que voy a seguir rezando por todos ellos. Que el Seminario y el Centro de Estudios van a estar siempre en mi oración y en mi corazón.