La Federación de Cooperativas Agrarias de la Región de Murcia ha presentado esta mañana la valoración agraria regional de la campaña 2009-2010 que ha realizado su equipo técnico. El balance es el de una campaña normal, con unos beneficios de 130.276.000 euros, aunque podría calificarse de muy buena si se compara con los resultados de la de 2009, el peor año de la historia del campo murciano con casi 160 millones de euros en pérdidas.
Al acto han asistido el presidente de la organización, Santiago Martínez Gabaldón, y los representantes sectoriales de frutas de hueso, cítricos, hortalizas y ganadería, Pascual Horterlano, Rafael Sánchez, Domingo Llamas y Sebastián Amador, respectivamente, así como el director técnico de Fecoam, Antonio Hernández.
Martínez Gabaldón ha recordado que en 2010 se produjeron importantes incidencias meteorológicas, como las heladas del 10 de enero y del 10 y 11 marzo, así como la caída de pedrisco el 13 de agosto en diferentes localidades del Altiplano, que causaron pérdidas por valor de más de 50 millones de euros en total y 7 millones sólo en las producciones de los socios de las cooperativas de Fecoam.
Además, ha destacado la situación dramática de la industria conservera en la Región, que cada vez trabajan menos productos como el melocotón y albaricoque. Martínez Gabaldón ha reclamado un mayor apoyo de las entidades financieras para las cooperativas agrarias de la Región, que ha demostrado ser un "sector estratégico" en la Región, que trabaja igual que hace unos años cuando la situación era mejor y está siendo fundamental para frenar el desempleo.
El volumen comercializado por empresas y cooperativas durante el periodo que va desde octubre de 2009 a octubre de 2010 sumó un total de 2.589.870 toneladas: 582.750 toneladas de fruta dulce, uva, almendra y aceituna; 533.000 toneladas de cítricos; 1.471.420 toneladas de hortalizas y 2.700 de arroz. Según los datos de Fecoam, los cultivos más rentables del año pasado fueron el pimiento, que dio un rendimiento positivo de 6.960 euros por hectárea, y el melocotón paraguayo, con 5.250 euros por hectáreas.
Además, el campo murciano volvió a demostrar su capacidad para generar empleo en tiempos de crisis económica y dio trabajo a 71.914 personas.
Por sectores, los resultados en fruta fueron mediocres, puesto que la mayoría de cultivos presentan pérdidas (albaricoque, melocotón amarillo, ciruela y pera) aunque son compensadas por otros cuyos precios fueron superiores a los costes de producción (melocotón rojo y nectarina y paraguayos y uva de mesa). En el sector del vino, las pérdidas fueron importantes, al igual que en el olivar para aceite.
Para las hortalizas fue una campaña de normal, con todos los cultivos dando ligeros beneficios, a excepción de melón amarillo y alcachofa. Los cítricos cerraron una buena campaña, rompiendo la tendencia de quiebra técnica en el campo que se arrastraba de años anteriores.
Respecto a la ganadería, los precios fueron muy ajustados a los costes de producción en ovino (leche y carne) y vacuno de carne, mientras que no se cubrieron los costes de producción en porcino y caprino de leche, debido a la subida del precio de los piensos y la importación de carne de otros países.
La demanda de los productos cárnicos de alta gama y elaborados lácteos disminuyó debido a la situación económica. El sector lácteo obtuvo unos resultados malos como consecuencia de las dificultades para comercializar la leche. Los precios de las materias primas para la elaboración de piensos son muy elevados, lo que afecta a los costes de producción del ganado.
Como valoración final, desde Fecoam se advierte que pese a todos los factores que afectan y de los que depende la producción agraria y la comercialización de los diferentes productos, de los esfuerzos realizados y que se están llevando a cabo para el cumplimiento no sólo de la legislación vigente en materia de medio ambiente, seguridad alimentaria-trazabilidad, riesgos laborales, etc., sino además de los requisitos impuestos por la gran distribución (supermercados), mediante la implantación de métodos o sistemas como la Producción Integrada, GLOBAL-GAP, ISO, etc., lamentablemente estos esfuerzos no se traducen en unos adecuados ingresos para el productor. Se continúa con unos bajos precios en origen y muy altos en destino, lo que precisa de un planteamiento serio y duro en los márgenes comerciales de los diferentes agentes que intervienen en la cadena alimentaria, y pone de manifiesto la necesidad de establecer medidas que velen por un precio justo y ético a recibir por el agricultor y a pagar por el consumidor.
Además, se reclama una mayor igualdad de condiciones con los productores de fuera de la Comunidad Económica Europea, que cumplen unos parámetros menos rigurosos en cuanto a calidad de los alimentos, y perjudican seriamente a los productores europeos que cumplen normas mucho más exigentes.