Un millar de personas han recorrido esta mañana, convocadas por ANSE y ADECA, el camino comprendido entre la entrada a Cabo de Palos y Cala Reona, para protestar por el proyecto urbanístico aprobado recientemente por el Ayuntamiento de Cartagena. Los convocantes han leído en la playa el siguiente manifiesto:
El Ayuntamiento de Cartagena aprobó esta semana la recalificación de suelos en una superficie de 60 hectáreas de Cala Reona y su entorno. Justifican la decisión en que nuestro municipio tiene buena parte de su costa protegida y tiene derecho a urbanizar este pequeño “pedazo” de litoral para seguir apostando por el turismo.
Este argumento, dicho aquí, mirando los efectos que sobre el paisaje costero han tenido las urbanizaciones que trepan por las laderas de los acantilados asomándose al Mediterráneo o al Mar Menor, o la destrucción de la mayor parte de La Manga por la avaricia urbanística, con miles de viviendas vacías todo el año y centenares de ellas en venta, no justifica la urbanización.
Posiblemente muchos de los que estáis aquí presentes, como tantos residentes y turistas que de forma habitual u ocasional han disfrutado de esta playa y maravilloso entorno, el Parque Natural de Calblanque, Monte de Las Cenizas y Peña del Águila, hayáis pensado que Cala Reona estaba ya a salvo de las urbanizaciones.
En realidad, ni Cala Reona, por estar fuera del Parque, ni otros lugares situados en su interior, han estado a salvo de la voracidad urbanística que ha dominado el desarrollo económico de la zona durante tantos años.
Nuestros gobernantes presumen que la protección de nuestra costa montañosa o algunos enclaves del Mar Menor se debe a ellos, y quieren que olvidemos que fueron ellos mismos los que, no solo en la década de los 80 con el primer intento de urbanizar Calblanque, sino hace tan solo unos pocos años, impulsaron la desprotección de parte de Calblanque para facilitar su desarrollo urbanístico junto a la bahía de Portmán. Quieren que olvidemos también que la marcha atrás de algunos proyectos urbanísticos desmesurados como el de Lo Poyo se debió a nuestra acción ante los tribunales de justicia (mantienen a cambio la construcción de unas 10.000 nuevas viviendas junto a San Ginés de La Jara), y que la creación de muchos espacios protegidos por la legislación europea lo han sido como obligación del cumplimiento de esa normativa, y tras las denuncias interpuestas por las organizaciones de defensa de la naturaleza.
Tenemos que decir a la alcaldesa de Cartagena y el gobierno municipal que los que nos oponemos a la urbanización de Cala Reona no estamos en contra del turismo. A nosotros también nos gusta viajar y conocer otros pueblos, paisajes y culturas, y bañarnos en playas como Cala Reona. Y porque nos gusta el turismo, y lo consideramos un elemento más para el desarrollo económico de los pueblos, y de nuestra tierra, pensamos que la destrucción que ha caracterizado el desarrollo urbanístico del entorno de Cabo de Palos, la mayor parte de La Manga y buena parte del Mar Menor, no debe llegar a la puerta de Calblanque.
La transformación de estos paisajes, hasta ahora catalogados como No Urbanizables, No Urbanizables Montañosos y No Urbanizables de Protección Ambiental, no es posible sin destruir valores naturales que deben ser conservados. La negativa a que se urbanice Cala Reona no es un capricho ni una venganza de ANSE ni de ADECA, y ya fue expresada en su momento con la presentación de alegaciones, que no han sido tenidas en cuenta, como ha ocurrido con los informes técnicos de la Dirección General de Patrimonio Natural, por mucho que el concejal de urbanismo asegure lo contrario: Además de la franja de amortiguación, deberían excluirse del suelo urbanizable las zonas con vegetación natural debido a su alto valor ecológico (se localizan especies de flora de interés regional protegidas así como hábitats de interés comunitario) evitando su transformación urbanística, especialmente las vertientes que dan al Mar Mediterráneo comprendidas entre el límite del Parque Regional y la carretera que da acceso a la playa".
La necesidad de proteger Cala Reona contra su urbanización es, sobre todo, una cuestión de sentido común, una necesidad en un litoral mediterráneo demasiado maltratado por los humanos, una apuesta por un modelo de desarrollo que hace de la conservación de sus paisajes un atractivo turístico que genera economía, que mantiene y aumenta la calidad de vida de las personas que viven aquí e incluso de los que compraron una vivienda en sus proximidades, una deuda de respeto hacia la naturaleza y sus habitantes.
No nos olvidamos hoy de otros espacios naturales que fueron desprotegidos para su urbanización (como Marina de Cope), ni de que, precisamente aquí mismo, en la costa sumergida de Cala Reona, se arrojan las aguas de la depuradora sur del Mar Menor, construida también dentro de un espacio protegido, el Parque Natural de Calblanque.
Muchas gracias a todos por vuestro apoyo.