José Luis Sorolla
La Granja (Segovia), 18 sep (EFE).- Los puertos de la sierra madrileña, Navacerrada por dos veces y La Morcuera, depararon un combate nulo entre los primeros clasificados. Los dos hombres que acompañarán al líder Alejandro Valverde (Caisse D'Epargne) en el podio final no están claros y la cronometrada de Toledo será la que lo resuelva.
Sobre el ring de la carretera, en un día frío y lluvioso, tantearon unos y otros sus fuerzas y muy pronto vieron que lo mejor era que todo siguiese como estaba. Un ataque de farol podía volverse contra uno mismo y dar al traste con lo conseguido las dieciocho jornadas anteriores.
Salvo catástrofe no anunciada, el murciano de Las Lumbreras sabe que tiene al alcance de la mano su primera grande y después del enorme ejercicio de autocontrol que ha hecho durante más de tres semanas no quiere dejar nada al azar.
Los que le siguen en la clasificación en la ciudad del Tajo, principalmente Samuel Sánchez (Euskaltel Euskadi), Ivan Basso (Liquigas) y Cadel Evans (Silence Lotto), pelearán por no ser el que se quede fuera del podio. Ezequiel Mosquera (Xacobeo Galicia) también está ahí, pero en las dos cronometradas anteriores fue claramente el peor de ese quinteto.
La esperada jornada de la sierra madrileña confirmó el enorme equilibrio de fuerzas que hay entre Alejandro Valverde, el "más regular de los primeros, no el más fuerte" según su director Eusebio Unzue, y el resto de aspirantes a desbancarlo. Toda la Vuelta'09, desde que arrancó en Assen el pasado 29 de agosto, ha sido así y en La Granja Real Fábrica de Cristales se confirmó. Hay muy poca diferencia entre unos y otros y cualquier mínimo detalle es bueno para alcanzar el objetivo final o para perderlo.
Ese es el caso del holandés Robert Gesink (Rabobank), el único damnificado del día. En una jornada lluviosa y fría terminó pagando la caída que sufrió camino de Talavera de la Reina en el decimoséptimo viaje. Una herida profunda en la rodilla izquierda que precisó de ocho puntos de sutura le hizo dejarse casi cinco minutos y decir definitivamente adiós al podio final de Madrid.
Cada cual apostó por mantener en su vitrina, como si se tratase de una delicada pieza de vidrio soplado de las que fabrican los artesanos de la Real Fábrica de Cristales de La Granja desde el siglo XVIII, lo que ya tenía antes que trasladarlo a otro sitio y que por el camino se hiciese añicos. La reparación, al igual que una posible reposición, sería imposible.
Sobre el recorrido "más duro" de los últimos años", según lo definieron la mayoría de los que están al frente de la clasificación de la Vuelta'09, la prudencia pudo en todo momento más que la agresividad. En el descenso de Navacerrada, con sus conocidas siete revueltas, todos prefirieron amarrar lo que ya tenían en la mano que buscar algo más.
El asturiano Samuel Sánchez, reconocido en el pelotón por su pericia en los descensos, amenazó con lanzar un órdago a sus rivales y aceleró cuando la carretera se puso cuesta abajo. La respuesta fue en primera persona por parte del propio líder. El jabonoso brillo de una carretera peligrosa y traicionera, cada cual sobre su bici recibió algún pequeño aviso, terminó por disuadir a los osados que hubiesen querido ponerla a prueba.
Al final por lo único que se peleó fue por el triunfo parcial de la etapa que fue para el menos peligroso en la clasificación general del grupo de ocho, el español Juanjo Cobo. También había en juego bonificaciones y, por ese punto de regularidad que está por encima de sus rivales, Valverde fue el más beneficiado. Cualquier cosa, por mínima que sea, siempre cae de su lado. La Vuelta está confirmando los pronósticos iniciales que le daban como máximo favorito al jersey oro. EFE