DECLARACIÓN DE LA DEMARCACIÓN EN MURCIA DEL COLEGIO DE INGENIEROS DE CAMINOS, CANALES Y PUERTOS EN RELACIÓN CON EL TRASVASE TAJO-SEGURA
El trasvase Tajo-Segura, pieza clave en la historia hidráulica española del último siglo, y una de sus realizaciones más señeras, se concibe en el año 1933, se desarrolla en los años 60 y 70, se pone en marcha en los 80, y se consolida alcanzando su plena madurez en los 90, en que queda finalmente completada su infraestructura, se amplía a otras finalidades, se cierra su regulación jurídica, y se acuerdan pacíficamente sus reglas de operación.
Lejos de particularismos y de intereses locales, con una visión ambiciosa, de largo alcance en el tiempo y en el territorio, el trasvase se ha considerado siempre como una pieza importante para el desarrollo económico del conjunto de España y un instrumento de planificación global que, atendiendo a los intereses generales, buscaba la mejora de las condiciones de vida colectivas mediante el desarrollo de las distintas potencialidades y vocaciones de los territorios del país.
Tras una larga y con frecuencia conflictiva historia, el trasvase Tajo-Segura es hoy un vertebrador del territorio del centro y sureste de la península, que conecta las cuencas del Tajo, Júcar, Segura, Vinalopó, Guadiana y Almanzora, y que proporciona oportunidades y beneficios compartidos a millones de personas distribuidas por buena parte del territorio español.
Así, esta infraestructura proporciona el agua para el abastecimiento urbano de casi 3 millones de personas; alimenta de forma exclusiva o por redotación a casi 150.000 has de regadíos, entre los más feraces, tecnificados y productivos de Europa; permite el transporte de caudales propios y cedidos beneficiando no solo a las áreas receptoras, sino a los cedentes y las áreas intermedias afectadas por el canal; genera un flujo monetario inverso al del agua, desde las zonas de consumo a las cedentes, de forma continuada y permanente; induce una extraordinaria actividad económica indirecta asociada al sector agroalimentario y a los sectores industriales relacionados con el agua y la producción agraria; y, en definitiva, sustenta la provisión de un recurso que hoy día, 30 años después de su puesta en marcha, resulta absolutamente imprescindible.
Es cierto que nada hay más difícil que explicar lo evidente. Y evidente es la inviabilidad real, más allá de piruetas y malabarismos territoriales, de suprimir el trasvase Tajo-Segura.