Alberto Cueto Ron.
Madrid, 4 oct (EFE).- Las personas con apellidos poco comunes tienen más posibilidades de tener éxito social que las que tienen nombres de familia usuales, según concluye un estudio realizado por científicos de las universidades de Alicante, Murcia y la Carlos III de Madrid.
Ignacio Ortuño, adscrito al Departamento de Economía del centro universitario madrileño, es uno de los autores del informe y ha explicado a Efe que cuanto más raro es el apellido más aparece entre profesiones de nivel económico superior.
El estudio prueba que en los trabajos que requieren licenciaturas abundan menos los García, los López o los Alonso y su presencia en profesiones como la de abogado, médico, político o profesor universitario es un veinte por ciento más baja que en otras ocupaciones.
Los científicos han trabajado durante un año con datos extraídos directamente de las páginas amarillas, bases de datos universitarias, médicas, de derecho y censos actuales y del siglo XIX.
Ortuño ha explicado que los resultados se deben a la falta de movilidad social en las últimas generaciones, ya que en el siglo XIX las familias con estatus social alto tendían a utilizar apellidos poco frecuentes.
Entonces había más libertad para elegir los nombres de familia y se podía poner un apellido distinto a cada hijo, el de su tía, por ejemplo.
Sin embargo en aquella época (siglo XIX), la mayoría de la población comenzó a adoptar el apellido del padre como primero y el de la madre como segundo.
El estudio también añade que los apellidos compuestos formados por uno frecuente y otro poco común también son mayoría entre las familias de nivel socio-económico alto.
El informe lo fundamenta en que durante el siglo XX se crearon muchos apellidos de este tipo, aunque puntualiza que hoy en día apenas existen apellidos compuestos a la inversa, es decir, con el poco común delante del más corriente.
Así, los hijos del doctor García Sal, adoptaron de adultos el apellido García-Sal como familiares de ese médico para heredar el reconocimiento social que tenía su padre, ilustra Ortuño.
Sin embargo, el cambio no era automático ya que, para conseguirlo, los solicitantes debían probar que su padre se hacía llamar de esa manera y esa demostración llevaba un tiempo.
El estudio no ha tenido en cuenta la llegada de la inmigración a nuestro país en los últimos cuatro o cinco años, algo que cambiaría completamente los resultados, hasta el punto de que los apellidos poco comunes podrían ser ahora mayoría en los niveles económicos inferiores, según el científico.
Por contra, los investigadores sí han contemplado las diferencias entre cada comunidad en función de las lenguas, euskera, catalán o el gallego, y de hecho, en Cataluña ya se habían realizado estudios de este tipo con resultados parecidos.
Los científicos llevan varios años trabajando con apellidos y al principio quisieron buscar una clasificación que los relacionara con las notas académicas.
El problema fue que apenas dispusieron de datos de partida, puesto que les fueron negados por las universidades alegando motivos legales y apostaron por este trabajo en el que abundaba información digital de toda la población.
El trabajo de este grupo de investigadores, titulado "Apellidos y estatus social en España" ha sido publicado en la revista Investigaciones Económicas. EFE