La Consejería de Agricultura y Agua experimenta diversos ‘portainjertos’ tolerantes a las enfermedades del suelo producidas por hongos y bacterias, como una alternativa más al uso del bromuro de metilo en el cultivo de pimiento de invernadero, o al empleo de cultivo hidropónico.
El director general de Modernización de Explotaciones y Capacitación Agraria, Ángel García Lidón, presentó esta semana los resultados del ‘Plan piloto regional de injerto en pimientos’ en el Centro Integrado de Formación y Experiencias Agrarias (CIFEA) de Torre Pacheco. La jornada técnica, dirigida al sector productor, contó con la participación de investigadores del Centro Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario (IMIDA) y técnicos de la Federación de Cooperativas Agrarias de la Región de Murcia (FECOAM).
Según García Lidón, dicho Plan, cuyo presupuesto asciende a 300.000 euros, se ha desarrollado sobre unas 20 hectáreas del campo de Cartagena, para lo que se suministró la planta injertada sobre distintos ‘portainjertos’ a varias cooperativas de agricultores, “con el objetivo de tener una idea global de toda la zona productora”, afirma.
En este sentido, apunta que, a diferencia del injerto de tomate, “una planta salvaje que se suelda fácilmente”, el injerto de pimiento es “más complicado”, por lo que “se encarece más de dos veces y media el precio de la planta”. Esto supone, añade, “uno de los principales obstáculos para el desarrollo de esta alternativa”.
Igualmente indica que este material vegetal, compuesto por unas 430.000 plantas, fue producido por dos empresas semilleristas implantadas en la Región de Murcia, “las cuales disponen de instalaciones y medios de producción que permiten la obtención de esta planta injerta con las máximas condiciones de garantía fitosanitaria”.
Injertos y biosolarización
En la jornada técnica se expusieron diversos aspectos, tales como la influencia de las condiciones del injerto en el rendimiento de plantas útiles, el comportamiento de patrones frente a patógenos y las interacciones, resistencia y variaciones patogénicas de nematodos, entre otros.
La desinfección del suelo es una práctica cultural generalizada en los invernaderos del Campo de Cartagena, con el fin de reducir la incidencia de problemas fitopatológicos y evitar la denominada fatiga del suelo. El bromuro de metilo ha sido muy utilizado para la desinfección, por ser un producto económico, penetrante y muy efectivo a bajas concentraciones. Sin embargo, inidia García Lidón, “el Protocolo de Montreal lo incluyó en la relación de sustancias que destruyen la capa de ozono, por lo que se acordó reducir el uso del bromuro de metilo de forma gradual hasta su actual prohibición”.
En este sentido, el director general recuerda que el IMIDA ya investigó una alternativa al uso del bromuro de metilo mediante la técnica de la biosolarización del suelo. Dicha técnica consiste en humedecer el suelo y cubrirlo con un plástico transparente para exponerlo a la luz solar durante los meses de más altas radiaciones.
Según García Lidón, “durante este proceso la temperatura del suelo alcanza niveles letales para muchos hongos, bacterias, nematodos y semillas de malezas, además de provocar complejas modificaciones en las propiedades químicas, físicas y biológicas del suelo”.
El responsable autonómico concluye que los resultados del citado Plan piloto de ensayos de injertos son “buenos”, a pesar del incremento del coste de la planta. Dicho incremento, señala, “podría subsanarse en parte realizando un año el ciclo completo con el injerto y al año siguiente emplear la biosolarización, con lo cual el coste se puede reducir a la mitad”.