La historia se analiza e interpreta a través de la filosofía. De hecho, a lo largo de la historia del pensamiento, la filosofía de la historia se ha ocupado del significado de los procesos históricos. Considero que es realizable un conocimiento objetivo, a través del estudio de los hechos a lo largo de los siglos. Indudablemente, en la antigüedad clásica historiadores como Heródoto y Tucídides, buscaron un método de investigación histórica objetiva y lo encontraron organizando, con mayor rigurosidad, la selección de fuentes y la interpretación de los acontecimientos del pasado. Ya Platón, en sus diálogos, presenta una concepción o interpretación de la historia subordinada a la política y la moral. Lo que significa que el maestro de Aristóteles establece el bien y la verdad, como la dirección del ejercicio racional de la actividad moral y política. La historia para el fundador de la Academia es realmente un imperfecto reflejo de las ideas eternas, inmutables y perfectas. Las formas de gobierno degeneran desde la perspectiva platónica, aunque propone un estado ideal en el libro La República. En cambio, desde el planteamiento de Aristóteles, la historia está dirigida hacia un fin o propósito, algo que considero que no es cierto. El Estagirita parte de su noción de causalidad y de la idea del movimiento teleológico en la naturaleza, cuestiones que influyeron en otros pensadores a lo largo de los siglos, que también interpretaron la historia, como un proceso dirigido hacia un fin o propósito. Pero el curso de la historia no tiene una finalidad o intención y es el resultado de fuerzas y azar.
No existe racionalidad en la historia, a pesar de lo que creían Platón y Aristóteles. Lo que podría suceder es objeto de las reflexiones de la Poética aristotélica. Se puede plantear la epistemología histórica, desde la consideración de la historia como una simple narración de hechos o pensando que es una reconstrucción interpretativa, con pretensiones de universalidad. Ambas son válidas y están justificadas, si se analiza filosóficamente la historia. Nietzsche es uno de los grandes críticos de la idea de que la historia tiene un propósito. En efecto, el caos y el desorden forman parte de la vida y de la realidad, la constituyen. Es cierto que las leyes y la civilización pretenden que exista estabilidad en las sociedades, para que la vida se desarrolle dentro de estructuras racionales y justas, pero no se consigue de una forma absoluta. También es verdad que proyectamos valores y significados sobre los hechos, que conforman el curso de la propia historia.
Para Foucault la investigación histórica manifiesta, que el proceso temporal del curso de los acontecimientos no está determinado por un esquema lineal, ni por principios universales. Es una red de discursos cambiantes.
Las relaciones de poder son esenciales, para la comprensión de los cambios y transformaciones históricas. Si bien existen otras numerosas interpretaciones, como la del historiador Hayden White, que afirma que la historia es, en gran medida, una construcción literaria. Considero que no lo es, porque el hecho de que sea interpretable no elimina la objetividad y la aplicación de la racionalidad, al entendimiento riguroso de lo que sucede en distintos periodos. Que la retórica influye en la narración de la historia es evidente, aunque depende, como es lógico, de la documentación y de los datos recopilados, de un modo riguroso y objetivo.
A mi juicio, es indudable la influencia de los eventos fortuitos y se puede pensar en la peste negra o en los asesinatos de líderes políticos y los descubrimientos científicos accidentales, ya que han cambiado el curso de la historia, de una forma enorme. Lo que demuestra, que el papel del azar y de la contingencia es determinante, en la evolución de los acontecimientos a lo largo del tiempo. La tensión permanente o esencial constituye la esencia de los avances o retrocesos, en el devenir de las sociedades y civilizaciones.
No se puede saber con certeza y seguridad, cómo será el mundo dentro de cien años, porque surgirán eventos y relaciones de poder que no se pueden prever y que determinarán la estructura de realidad, de modos específicos. Quizá se puede saber la línea general de lo que será el futuro, pero nada más. En cualquier caso, la historia es una ciencia humana o social, que es fundamental también para el entendimiento del presente y de las posibilidades del porvenir.
La libertad e inteligencia humana es lo que también imposibilita saber lo que sucederá con el avance del tiempo, aunque hace que aumente la conciencia de las personas sobre lo que es posible realizar, para mejorar las condiciones de vida en este planeta. La naturaleza de las personas no ha cambiado en miles de años, ya que las emociones y los sentimientos que nos mueven son los mismos. Es necesario un mayor enfoque en planteamientos racionales, que afirmen y defiendan de verdad los derechos de todas las personas. Es un reto pendiente para la humanidad, ya que se está viviendo un cambio social de proporciones nunca vistas.