No sabemos si lo de los juguetes inclusivos de los Reyes Magos en Murcia ha salido del concejal de Festejos, de los medios de comunicación o todo es un bulo. Eso sí, a fecha de hoy, la realidad nos está diciendo que nuestros niños murcianos no han hecho el memo en seguir tales dictámenes ideológicos. Una vez más, nuestros pequeños han pedido a los Reyes Magos aquello que les ha dado la gana sin dejarse llevar por inclusividades, sostenibilidades y demás carnavales plagados de perroflautas.
La cantinela anual cuando han llegado estas fiestas navideñas, socialistas y populares, emprenden campañas contra la sensatez de los niños y así, creen estar haciendo algo sublime. Aún recuerdo hace unos años cuando el gobierno francés, por sus bemoles promovía una "Carta para la representación equilibrada de los géneros en los juguetes" y no se comieron una rosca.
He podido comprobar en las poblaciones alicantinas del juguete (Tibi, Ibi), un experimento con niños pequeños observando sus inclinaciones espontáneas hacia los juguetes que a ellos les imantaban. Se les puso a jugar dejándoles escoger juguetes de distintos tipos: masculinos, femeninos y neutros, tal cual. Resultó que los preferidos de los dos sexos eran los mecánicos y los de la construcción, aunque más entre los niños que entre las niñas. Los segundos que más gustaron eran las cocinitas, carricoches con bebé, etc. De todas maneras, ustedes aprobarán que ya tenemos mujeres militares y policías, y crece la proporción de hombres en enfermería. La nula inclusividad sigue siendo un artefacto ideológico que a más de uno le ha dejado la cabeza hueca.
No es sexismo que existan juguetes o roles sociales atribuidos más comúnmente a un sexo o al otro. Si no hubiese distinción de género, no podría haber sexismo. Lo sexista no es admitir diferencias entre sexos, sino discriminar: las diferencias de trato que no obedecen a diferencias objetivas relevantes para el caso. No es discriminatorio reservar asientos a las embarazadas en transporte público, ni exigir marcas más altas a los hombres para participaren pruebas de atletismo.
Para educar contra el sexismo, pueden más los padres y no "los gobiernos". Un ejemplo es la lección inolvidable que cierto abogado contó haber recibido de su madre cuando él tenía 12 años. Le enseñó a respetar a las mujeres haciéndole reflexionar y quitándole una foto de una joven medio desnuda que él pretendía colocar en la pared de su cuarto. En cambio, cuando un gobierno le lee la cartilla a los ciudadanos, fácilmente causa efectos contraproducentes. Porque ni los ciudadanos somos niños ni el Ministerio, Concejalía o Consejería es nuestra madre.
Aunque no viene a cuento, para las-los sexistas de inclusividades y tal retahíla de mescolanzas ideológicas, es digno de admirar a un matrimonio de alta cualificación profesional, cómo cede el marido, su esposa va al trabajo y ellos se quedan con los hijos y los quehaceres de la casa. Em definitiva, el mundo va por donde desea y los políticos de medio pelo "a ver la que te pueden liar".
MARIANO GALIÁN TUDELA