Las redes sociales han de transformar sus perspectivas por el bien del ser humano. En la actualidad, la desconfianza es su característica más singular.
La lógica de la inmediatez, la fantasía sobre el progreso, las soledades interactivas, la juventud como soporte de un tiempo comprimido y reprimido, el problema de las búsquedas sin competencia y, principalmente, la ficción respecto a la información sin comunicación y la eliminación de las distancias entre producción y reconocimiento son su talón de aquiles.
La interpretación que nos ofrecen muchas redes sociales son resultado de imperfecciones : técnicas y humanas.
Creo que el tiempo que pasa un humano en las redes sociales no es homogéneo, y ni mucho menos racional.
Por otro lado, investigadores de todo el mundo ratifican el auge creciente de la escucha de contenidos sonoros que en general ahora llevan a cabo el podcast e internet.
Estas alternativas se han apoderado del audio como canal de contacto, pero siempre existe un rayo de esperanza, ya que he leído que ha sido posible recuperar en algunos lugares radiofónicos de algún que otro país de Suramérica estructuras de producción que se encontraban en estado de abandono, como las que se enmarcan en la dramaturgia sonora : arte, memorias de antes, temas educativos, entornos naturales...
Es importante que se habiliten las costumbres radiofónicas de antes, recuperar documentos sonoros, pero tal y como suenan, sin digitalizarlos, ya que si se digitalizan, pierden su esencia, y cuando se pierde la esencia de algo ya no es lo mismo, se pierde el encanto de la época, y a veces, de la cultura.
La documentación sonora debe cuidarse, debe protegerse, pero sin alterar su originalidad.