Recojo esta frase o esta cita, que se le achaca a Azaña sobre si mismo. No voy a hablar aquí de Azaña, ni de la República, ni los interpretadores de dicho Régimen. No. Voy a hablar de calumnia.
De “animales los he sido todos”, frase que Umbral dice que Azaña decía de si mismo y, escribe en su artículo titulado: Azaña, publicado en Diario 16, el cuatro de julio de 1988. No voy a hablar de las dos Repúblicas en una misma Republica que, dicen los expertos hubo, porque no solo un río tiene una orilla, sino dos, y, un mar no solo tiene dos orillas sino muchas. Sino voy a hablar, simplemente de maledicencia, maldad, calumnia.
No voy a indicar, que existen hechos que son reales y son objetivos. No todo son mentiras, ni todo son bulos, ni todo es fango, ni todo es error, pero también existe la calumnia y la mentira y la maledicencia. Y, esto, unos dicen que abundan mucho en nuestro terruño ibérico, otros dicen, que estamos como todos los demás. Unos, unos indican que se debe a que somos más propensos a la envidia, otros pueblos se les achacan más la avaricia… pero no sé, si tenemos más envidia o más avaricia o más lujuria o más gula o más pereza o más soberbia o más ira-cólera que los portugueses o los franceses o los alemanes o los suecos. No sé, bien, harían los sociólogos hacer estadísticas y estudios sobre este tema…
Pero si sé, que a personas se les ha puesto un traje o sambenito, y, se les ha destrozado, en gran parte su vida. Incluso, sin ser los mismos sujetos que llevan ese traje, sin ser conscientes que tenían ese vestido o ropa o corbata. Y, han ido llevándolo toda la vida, pagando un precio apreciable, precio negativo durante toda la vida. Habiéndosele cerrado puertas y puertecitas. Y, en definitiva, dejándole en la cuneta de la historia. O, al menos, en silencio una parte muy importante de su microhistoria, y, especialmente en algunos terrenos…
Dónde y hasta dónde, se le puede achacar o decir algo de alguien, hasta dónde, pregunto, si una persona tiene una característica, aunque se sepa es verdad, hasta dónde se le puede decir o expresar o pregonar. Pero si esa realidad no es verdad, entonces se le achaca un mal o valor o facultad o característica a una persona que no dispone de ella. Pero un rumor se extiende y se convierte en maremoto. Puede ese supuesto hecho, tener otra explicación, o, puede no ser cierto, ni verdad, o puede haber sucedido y ya no, o, mil otras razones… el famoso sambenito de la tradición hispánica. No entremos ahora en las explicaciones sociales e inquisitoriales y psicológicas y morales y…
Todos los sujetos que he conocido, te dicen o lo expresan de alguna manera, han sido objeto de una calumnia, maledicencia, maldad o error conceptual o verbal. Todos. No conozco alguno que no piense que de alguna manera, en algún tema, en algún momento se le ha difamado. No conozco ninguno. Pero también debo indicar, que casi todos, conozco muy pocos, que no hayan difundidos maldades, difamaciones, calumnias, sin tener datos suficientes, y, muchos sin necesidad. Porque tanto podemos saber de otras personas, y, no expresarla o no decirlas. Porque aunque sea verdad, la cuestión vuelve al tema, el agua al molino, ¿aunque una cosa sea verdad, y, sea una verdad negativa, se debe difundir…, o hay que callar o no…? ¿Ya sé, que dirá usted con razón, que depende del tema o de la cuestión o del momento o de la situación o de las consecuencias o…?
De Azaña se ha dicho de todo o de casi todo, bueno o malo o menos bueno o menos malo, desde todos los lados del espectro y arco iris de la sociología y de la politología. Y, es más, ha ido cambiando a lo largo del tiempo y del espacio geográfico y cultural e historia, según décadas.
Yo, para no ser menos, también diré algo de Azaña, pienso que era un ser humano que llevaba una herida muy grande, algún trauma o herida profunda, quizás, quizás causada en su niñez o adolescencia. No lo sé. Pero esa es la apariencia que siempre he tenido. De ser cierta esta tesis o hipótesis, qué herida es, qué trauma es. No lo sé.
Pero si debemos indicar, también otra realidad, que se niega, constantemente. Que en el advenimiento de la Segunda República Española, no solo lo hizo la izquierda, sino también la derecha –véase, por poner unos nombres Unamuno, Ortega, Marañon y tantos otros, incluido Azaña…-. Hubo dos Repúblicas al mismo tiempo, y, eso es lo que destrozó a la República… Aprendan del pasado, aprehendamos del pasado, para no repetir errores…
Puede que usted, ni yo, tengamos el poder de llevar a millones de personas a campos de trabajo o campos de concentración. Ni usted, ni yo, tenemos ese poder, ni queremos tenerlo. Pero si le puedo indicar, que quizás, usted, por razones, que solo usted sabrá, que solo Dios sabrá, por razones desconocidas, puede ampliar o crear o inventar o difundir una calumnia y una maledicencia grave a una persona. Y, esa persona, pagar durante toda la vida, un precio muy algo de injusticia, de dolor, de sufrimiento, de angustia. Y, esa persona no ser merecedor/a de esa calumnia.
Puede que usted, no pueda llevar a millones de personas, ni a una, a un campo de concentración, pero si puede destruir en parte una vida de otra persona, en algunos aspectos de su vida esencial, porque ha creído, difundido, divulgado una calumnia de otra persona. Esperemos que exista Dios, esperemos que exista Juicio Particular, y, usted y yo, todos tengamos que pasar por delante de ese Tribunal, quizás, entonces, seremos y seamos conscientes de las calumnias que hemos podido difundir y pregonar, aunque no las hayamos creado y criado e inventado nosotros… Paz y bien.