Las palabras por sí mismas, no son suficientes para causar cambios significativos en la realidad. Hacen falta acciones, actos, hechos. Indudablemente, el lenguaje hablado y escrito es esencial para todos, pero debe ser acompañado de actividad, que se concrete de diversas formas, a través de resultados concretos y objetivables. Los hechos transforman el mundo, y pueden estar dirigidos por proyectos, intenciones, planes y propósitos. Es cierto que las palabras pueden movilizar voluntades, e incluso cambiar el curso de la historia. Los discursos deben ser reafirmados, por acciones concretas o ser su expresión. También es preciso indicar que, en la era digital, existe la tendencia a valorar más las palabras que los hechos. La naturaleza efímera del lenguaje es evidente, cuando no se lleva a la práctica lo que se promete a nivel político, porque lo incumplido permanece en la memoria de los ciudadanos. La confianza y la credibilidad, desde una perspectiva individual y social o política, depende de la coherencia y congruencia entre lo que se dice y lo que se hace. En el ámbito político, las manifestaciones y protestas son un claro ejemplo de cómo las acciones son decisivas y dan fuerza a las palabras, con el fin de que se produzcan cambios sociales positivos. Las palabras vacías, desde un enfoque empresarial, llevan a la pérdida de clientes y a la falta de confianza.
En las relaciones interpersonales son esenciales las acciones y no tanto las palabras, ya que pueden ser verdaderas o no. Los actos, en cambio, ponen de manifiesto la auténtica realidad, sin hipocresía ni tergiversaciones. Las acciones son reales y evidentes y proporcionan una evidencia clara y contundente del compromiso y también de la sinceridad. El voluntariado y la participación son maneras en que las personas pueden mostrar, de forma efectiva, lo que desean para el logro de una sociedad más justa e igualitaria, en todos los aspectos. A lo largo de la historia los hechos han hablado más fuerte y enérgicamente que las propias palabras. Hacer es crucial y no solo hablar, en todos los sentidos. Los hechos realizados por cada individuo hablan por sí solos y son muy elocuentes. En la vida cotidiana, es evidente que existen personas cuyas palabras no coinciden con sus acciones. La ciencia es un campo donde los resultados lo son todo y es entendible. Un ejemplo entre muchos es la carrera espacial, que se expresó en logros concretos, que llevaron a los primeros humanos a la Luna. Desde la perspectiva educativa, la formación requiere compromiso de los estudiantes para dedicar esfuerzo y tiempo al aprendizaje, sin buscar excusas para justificar los malos resultados, por falta de dedicación a la tarea de estudiar. Sin perseverancia y trabajo no se logran resultados.
Es evidente la pérdida de valores en la sociedad actual. Parece que todo en la vida tiene que ser muy fácil y sencillo y no tiene que ser así. Todo requiere trabajo y la cultura del esfuerzo es absolutamente imprescindible, si se quiere progresar en la existencia. La resiliencia y la capacidad para ser autónomo no es algo puramente teórico, al contrario, es el desarrollo práctico de la expresión de las competencias de las personas autónomas y esto comienza ya desde la adolescencia. Existe mucha palabrería y verbalismo, pero hace falta más coherencia entre lo que se dice y lo que, en realidad, se hace.
Los derechos están en relación directa con los deberes. Por ejemplo, la obligación ética de los alumnos es estudiar y preguntar las dudas a los profesores y estos corrigen los exámenes y evalúan, en función de lo que se demuestra a través de pruebas escritas, etc., que miden el rendimiento académico. Lo que no puede ser es que la enseñanza tenga que bajar de nivel de exigencia académica, porque así lo deseen una parte de los alumnos, para no estudiar o hacerlo solo el día antes de cada examen, lo que es claramente insuficiente en todas las asignaturas.
La falta de hábito de estudio es una realidad que está muy extendida, de forma generalizada, en la sociedad actual. El alumnado que realmente estudia de verdad y con perseverancia, generalmente, logra mejores resultados académicos y es lógico. Se vive en un ambiente que propicia la la comodidad y el conformismo en casi todas las circunstancias. Pero también existen deberes y no solo derechos. Estamos asistiendo a un cambio civilizatorio enorme, que está cambiando las formas de vivir y pensar, de un modo nunca visto. La cultura de lo fácil pretende imponerse por todos los medios, pero no lo consigue. Las razones son muy claras, ya que, en la vida adulta, las exigencias son constantes en todos los sentidos, y esto mismo marca la diferencia respecto a la cultura de la comodidad y de la falta de dedicación a lo que se pretende hacer.
Los valores de la constancia, tenacidad y perseverancia son fundamentales, para el logro de lo que se desea. Los adolescentes y jóvenes deben ser conscientes de esto, porque es la única forma de que logren sus objetivos vitales.