Si bien la autogestión ofrece numerosas ventajas, también presenta desafíos. La falta de recursos, la burocracia y la resistencia al cambio son algunos de los obstáculos más comunes. Sin embargo, muchas comunidades están demostrando que con determinación, creatividad, empatía y ganas, es posible superarlos.
El futuro de la autogestión con la creencia sobre los problemas ambientales y sociales que actualmente vivimos, así como el descontento con los sistemas políticos tradicionales, están impulsando el ir pensando en la autogestión. No es una panacea, pero es el modelo que merece ser explorado y apoyado. El unir fuerzas y trabajar juntos, donde poder construir un mundo más humano y sostenible para todos.
Con lo sucedido en Valencia, la autogestión donde movimientos de personas han tenido que tomar el control de sus propios asuntos sin que ninguna administración intermediara, va a cobrar una relevancia en una sociedad cada vez más desconfiada en las instituciones tradicionales. Demostrando que el poder reside directamente en las manos de quienes se ven afectados por las decisiones de unas administraciones, a las que no les importa en absoluto lo que el pueblo demanda de ellas.
Habría que cuestionarse si se tendría que redefinir la democracia. La autogestión ofrece unos modelos de democracia alternativa representativa, poniendo en énfasis la participación directa y la toma de decisiones consensuadas.
La participación ciudadana independiente seguirá creciendo, transformando la forma en la que se está haciendo política. Muchos ciudadanos sienten que los partidos políticos no representan sus intereses o que están desconectados de la realidad. Cada vez más personas se están organizando y actuando en sus comunidades sin afiliación a partidos políticos. Desde movimientos vecinales hasta iniciativas online.
El reciente suceso nos tiene que hacer recordar que la verdadera fuente del poder reside en la ciudadanía. La afiliación partidista, lejos de unir, divide a la sociedad y beneficia a unos pocos. Es hora de reconocer que la política debe estar al servicio del pueblo, no al revés. La polarización y la búsqueda del voto fácil está llevando a una crisis de representación. Es necesario replantear el sistema político y buscar fórmulas que garanticen una mayor participación de los ciudadanos en la toma de decisiones que les afecten.
Debemos trabajar por un pueblo unido, la historia se repite una y otra vez, catástrofe tras catástrofe, sufriendo siempre los mismos, la historia se repite, divisiones sembradas por los partidos políticos que están socavando la cohesión social. Hay que despertar y dejar a un lado las diferencias y trabajar juntos por un futuro mejor para nuestras familias. La ciudadanía debe alzar la voz y decir basta ya de querer tratarnos como números, de utilizarnos como moneda de cambio para que ellos, los políticos, consigan llenar sus cuotas de poder y egos desmedidos.
¿Estamos siendo manipulados sin nuestro consentimiento? Esta idea de que estemos dopados por los políticos, aunque parezca una novela sacada de ciencia ficción, es cada vez más inquietante. La manipulación de la opinión pública a través de técnicas de propaganda y desinformación está alcanzando niveles nunca antes vistos.
Vivimos en un mundo inundado de información, la línea entre la verdad y la ficción se difumina cada vez más. Los políticos, ávidos de poder, han perfeccionado el arte de manipular nuestra realidad, construyendo narrativas que benefician a sus intereses distorsionando nuestra percepción del mundo. ¿Alguna vez nos hemos sentido desconectados de la realidad política? ¿Hemos dudado de la veracidad de las noticias que consumimos? Estas y otras preguntas tendrían que estar presentes día a día.
José Antonio Carbonell Buzzian