La enseñanza como elemento necesario de transformación social y la desigualdad cronificada

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La enseñanza como elemento necesario de transformación social y la desigualdad cronificada

Venimos de una historia de desarrollo urbanístico de la época franquista que sigue condicionando en la actualidad la política educativa, esencial para la integración.

En 1950 se construyó el barrio de Vistabella de Murcia para empleados municipales y cargos del régimen franquista, próximo al río y al centro urbano, con un trazado urbanístico impecable y construcción de calidad. Viviendas con, al menos, tres dormitorios; también chalés para altos cargos, con servicios de autobús, iglesia y colegio. Actualmente es una zona revalorizada y con gran demanda.

Igualmente ocurre con la Gran Vía de Murcia, cuya construcción se inició en 1949 para familias de alto poder adquisitivo, derribándose cientos de edificios del casco antiguo, incluidos los baños árabes, que habían sido declarados monumento nacional en 1931. La mayoría de bloques surgieron entre los años 50 y 60, y con la excusa de construir edificios singulares pudieron elevarse hasta las 16 alturas, cuando las ordenanzas municipales estipulaban entre 8 y 12, incluyendo en el trazado al Banco de España y la Delegación de Hacienda, edificados entre 1926 y 1931. En la actualidad es la principal arteria comercial de la ciudad, altamente revalorizada.

El Paseo de Alfonso X tiene su origen en la plaza de Santo Domingo, demoliéndose para su apertura el antiguo Palacio de los Marqueses de los Vélez. La edificación más antigua es el colegio religioso de Jesús y María, construido 1943. En la actualidad es la avenida más grande de Murcia y mejor cuidada, siendo la más cara para comprar vivienda en la Región.

La moral imperante en aquellos años consideraba la pobreza como un estado que lleva más fácilmente al cielo. Tiene el estigma que le hace ser culpable de la misma. Con la pobreza llegan las enfermedades y un índice de mortalidad alto.

En los años 50 se construye dentro de la pedanía de Espinardo, aunque apartado de la población, el barrio del Espíritu Santo. Se realoja en él a gente pobre procedente de otros barrios de la ciudad de Murcia, más cercanos al centro y con mayor presión urbanística a consecuencia de la expansión de la ciudad. Son construcciones de viviendas de mala calidad y de pocos metros habitables, y, en algunos casos, con aseos compartidos entre vecinos. Se les construye iglesia y escuelas.

En la década de los 70 este barrio contaba con unos 6000 habitantes, mayoritariamente dedicados a la venta ambulante, por lo que los Ayuntamientos democráticos se encuentran con un problema de difícil solución. El Ministerio de Educación pone en marcha una escuela de adultos para facilitar que obtengan el carnet de conducir y, al mismo tiempo, combatir el analfabetismo. Concierta un colegio de religiosas ya existente, y en la enseñanza pública se forma al profesorado para trabajar el retraso escolar y los problemas de aprendizaje. Concede becas de comedor para la totalidad del alumnado. El Ayuntamiento, en colaboración con el Secretariado Gitano, pone un conserje de esta etnia en las escuelas, contrata a trabajadores sociales y potencia actividades deportivas.

En 1999 llegan las transferencias educativas, y en 2010, tras la crisis financiera del 2008, se hacen recortes en educación, y en vez de ahorrar eliminando cargos innecesarios, se quitan el 80 % de las becas de comedor de este barrio y de otros de la Región que escolarizan a niños en riesgo de exclusión social. También dejan de contratarse trabajadores sociales, ya que tenían contrato en precario, y dejan de subvencionarse programas de empleo en las asociaciones sin ánimo de lucro que colaboraban con el barrio, afectando gravemente a la escolarización de la población y aumentando el absentismo.

En 2024, lo que era un barrio habitable en proceso de transformación social (se necesitan dos generaciones para ello), se ha convertido en una ciudad sin ley donde se cultiva marihuana y al que la policía no quiere ir. La convivencia es muy complicada y la sufren las familias.

Por otra parte, el barrio de la Paz de Murcia fue creado en 1965 para el realojo de 1500 familias pobres, con viviendas de dimensiones muy pequeñas y malos materiales de construcción. Los vecinos formaron la primera asociación de vecinos de Murcia, consiguiendo que se construyera una iglesia y centro social, y más tarde el colegio Nuestra Señora de la Paz.

Años después, propiciada por el alcalde de Murcia, se impulsó una reordenación del barrio con carácter especulativo que originó la pérdida de la guardería municipal. Los recortes de 2010 le afectaron igual que al barrio del Espíritu Santo.

El deterioro del barrio de La Paz en la actualidad, con problemas de tráfico de drogas y el fenómeno de la ocupación, ha originado que el valor de las viviendas se encuentre entre los más bajos de España, siendo el barrio de las promesas olvidadas.

Como estos barrios están marcados por la pobreza, no son rentables electoralmente (en las últimas elecciones solo VOX ha estado en el del Espíritu Santo), ya que su índice de participación es muy bajo, enfocándose más el interés de los partidos en la población del centro de Murcia, que tiene un índice de participación altísimo.

Esto del sistema democrático es muy mejorable.

Pilar García Cano. Licenciada en Ciencias de la Educación

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