La creciente presencia de la inteligencia artificial (IA) en el mercado laboral plantea un interrogante crucial, en el cual las políticas actuales no están preparadas para tal desafío. Deberíamos preguntarnos cómo se van a garantizar la sostenibilidad de los sistemas de pensiones cuando la IA empiece a desplazar a una gran cantidad de trabajadores.
La automatización impulsada por esta herramienta promete aumentar la eficiencia y la productividad en numerosos sectores. Sin embargo, también conlleva el riesgo de automatizar tareas que tradicionalmente están siendo realizadas por humanos, lo que generaría un aumento aun más alto de desempleo. Este panorama afectaría a los sistemas de pensiones, que se financian en gran medida a través de las cotizaciones sociales de los trabajadores activos, se verían afectados de manera significativa por la disminución de la masa salarial. Si menos personas trabajan y cotizan, habrá menos recursos disponibles para pagar nuestras pensiones.
¿Cómo abordar este desafío? Sería necesario adoptar medidas proactivas para garantizar la sostenibilidad de los sistemas de pensiones y proteger el bienestar de las futuras generaciones, efectuando adaptaciones laborales capacitando a los trabajadores en habilidades digitales para los nuevos empleos que surjan con la IA. Explorar nuevas formas de financiación de nuestras pensiones, como por ejemplo impuestos a la robótica o a las ganancias extraordinarias generadas por la IA.
Cuando este fenómeno se encuentre en su punto más álgido entonces será el momento de implementar un ingreso mínimo garantizado para proteger a aquellos que no puedan encontrar empleo o cuyos ingresos no son suficientes. Si bien la irrupción de esta herramienta ofrece numerosas ventajas y términos de eficiencia y productividad, también planteará desafíos significativos como el desplazamiento de trabajadores y el aumento de la desigualdad.
Para hacer frente a estos desafíos será necesario implementar una serie de políticas públicas que se anticipen y mitiguen los efectos de esta automatización.
Creación de mercados laborales flexibles promoviendo contratos que permitan una mayor flexibilidad en las relaciones laborales, facilitando la adaptación a las nuevas formas de trabajo, fomentar el teletrabajo y otras formas de trabajo para ampliar oportunidades laborales. Abrir un espacio para el diálogo social involucrando a sindicatos, empresas y gobiernos en la elaboración de políticas que aborden el desafío de la automatización.
Este proceso es inevitable ya que transformará profundamente la sociedad a la que estábamos acostumbrados. Para afrontar con éxito este cambio tan importante, es necesario adoptar un enfoque proactivo y holístico que combine políticas de educación, protección social, incentivos a la innovación y diálogo social. Solo así podrá construirse un futuro en el que la tecnología sirva para mejorar la calidad de vida de todos.
El rol evolutivo de los sindicatos ante este nuevo escenario, es el de adaptarse y evolucionar ampliando su agenda para incluir la defensa de los derechos relacionados con la inteligencia artificial, como la protección de datos personales y la transparencia en los algoritmos de contratación. Participación directa de los mismos en las negociaciones sobre las transiciones laborales, asegurando a los trabajadores afectados por esta automatización recibiendo una compensación justa y que tengan acceso a programas de reconversión profesional.
José Antonio Carbonell Buzzian