La Ley Orgánica 2/1986, 13 de marzo, si bien sentó las bases de un marco normativo sólido, presenta hoy en día ciertos desafíos que requieren de actualización, ya que lleva más de dos décadas sin una revisión profunda. Ante un panorama social y tecnológico radicalmente cambiado, esta normativa se muestra obsoleta y exige una adaptación urgente. Algunas líneas de acción para adecuarla a las necesidades actuales serían la tecnologización y ciberseguridad; la creciente importancia de las tecnologías de la información y la comunicación exigen una adaptación de las Fuerzas de Seguridad. Los agentes deben estar capacitados para enfrentar desafíos de la ciberdelincuencia y en el uso de las herramientas tecnológicas en la investigación criminal, inversión en equipamiento adecuado para la vigilancia cibernética, análisis de datos y respuestas a incidentes.
Seguridad ciudadana y proximidad: La percepción de inseguridad ciudadana ha aumentado en algunas zonas. Para mejorar la relación policía- ciudadano y fomentar confianza, las fuerzas de seguridad deben reflejar la diversidad de la sociedad a la que sirven. Es fundamental fomentar mayor incorporación de mujeres y personas de diferentes orígenes étnicos y culturales, para garantizar un trato justo y respetuoso a todas las personas. Garantizar la salud mental y bienestar de estos profesionales con programas de apoyo psicológico para prevenir el burnout y mejorar la calidad de vida de estos agentes, con protocolos claros para la gestión de situaciones de crisis para el cuidado de salud mental.
La seguridad supone un problema complejo que requiere de una respuesta coordinada, para que esto suceda es fundamental fortalecer la colaboración entre las diferentes fuerzas de seguridad y otros actores involucrados en la seguridad ciudadana (administraciones locales, empresas de seguridad privadas), compartir información para una mejor toma de decisiones y poder dar una respuesta eficaz ante cualquier amenaza.
Un desafío necesario es garantizar la independencia de las fuerzas de seguridad, ya que son un pilar fundamental para el funcionamiento de un estado democrático. Sin embargo, lograr y mantener esta independencia debe ser una constante, dado que las fuerzas de seguridad operan en un entorno político y social complejo. ¿Cómo garantizarla? Actualizando la Ley Orgánica de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, siendo clara y específica, que establezca las funciones, competencias y límites evitando ambigüedades que puedan ser aprovechadas para fines políticos, un sistema de control judicial efectivo que permita revisar las actuaciones policiales y garantizar el respeto a los derechos humanos, mecanismos de transparencia que obliguen a rendir cuentas públicamente sobre las actuaciones policiales, a través de informes periódicos y mecanismos de acceso a la información, etcétera.
¿Por qué es importante la independencia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado?
Una policía independiente garantiza que los ciudadanos sean tratados con justicia y respeto, sin discriminación ni arbitrariedad como sucede en muchos casos.
Legitimidad democrática actuando de una forma imparcial y transparente, lo que contribuye a fortalecer la confianza de los ciudadanos en instituciones democráticas.
Eficacia en la lucha contra el crimen, ya que no estaría sujeta a presiones políticas pudiendo centrarse en su misión principal, la de garantizar los derechos fundamentales de la ciudadanía.
Concluyendo, la falta de protocolos en el uso de la fuerza es necesaria actualizarla, ya que tiene consecuencias graves, primero para el agente y luego para la sociedad y las personas. Es fundamental implementar reformas urgentes y profundas que garanticen el uso responsable y justificado de la fuerza, fortaleciendo la confianza en las instituciones policiales y protegiendo los derechos humanos.
Para poder efectuar estos cambios las decisiones del uso de la fuerza no deberían estar influenciadas por factores políticos.
José Antonio Carbonell Buzzian. Consultor, asesor y auditor en seguridad.
