Es innegable que la ecuación inclusiva es un derecho fundamental de todos los niños y niñas, sin importar sus capacidades o condiciones. Sin embargo, en muchos contextos educativos, la realidad es otra; la segregación de estudiantes con necesidades educativas especiales sigue siendo una práctica común. Al separar estos alumnos en aulas o centros especializados, se les priva de la oportunidad de desarrollarse en un entorno diverso y enriquecedor, limitando sus posibilidades de aprendizaje y socialización.
¿Por qué la inclusión plena es fundamental? Ofrece múltiples beneficios tanto para los estudiantes con necesidades especiales como para sus compañeros.
Estos estudiantes pueden desarrollar todas sus capacidades al máximo en un entorno natural y cotidiano; la interacción con sus compañeros fomenta valores como la tolerancia, la empatía y el respeto a las diferencias; se benefician de un ambiente de aprendizaje inclusivo ya que aprenden a valorar la diversidad y a trabajar en equipo; facilita la transición hacia la vida adulta, al preparar a los estudiantes para interactuar en un mundo diverso e inclusivo.
Los desafíos de esta inclusión plena no resultan una tarea sencilla, existen actualmente numerosos obstáculos.
Muchos centros educativos no cuentan con los recursos necesarios (profesionales especializados, materiales adaptados, etc.) para atender a la diversidad en el aula; a menudo tanto los docentes como los padres pueden sentir miedo o desconocimiento sobre como atender a estos niños con necesidades especiales, lo que puede generar resistencia a la inclusión; sería necesario adaptar los currículos y las metodologías de enseñanza para atender a las necesidades individuales de cada estudiante.
Para avanzar hacia una educación más inclusiva sería necesario trabajar en varios frentes. Es fundamental que los profesores reciban una formación continua y especializada en atención a la diversidad. Los centros educativos necesitan contar con los recursos necesarios para garantizar una inclusión efectiva, sensibilizar a toda la comunidad educativa (profesores, padres, alumnos) sobre la importancia de la inclusión y los beneficios que aporta; la colaboración entre familias, centros educativos y administraciones es clave para garantizar el éxito de la inclusión.
Es necesario contar con leyes y normativas que garanticen el derecho a la educación inclusiva. En muchos países se están llevando a cabo iniciativas pioneras en materia de inclusión educativa. En Finlandia, la inclusión es un modelo educativo predominante donde se asume que todos los niños pueden aprender juntos, los docentes reciben una formación especializada en atención en diversidad; los centros cuentan con recursos necesarios para atender a las necesidades de todos los alumnos. En Nueva Zelanda se prioriza la identificación de las necesidades individuales de cada estudiante y la adaptación de la enseñanza, en consecuencia, se fomenta la colaboración entre profesores, terapeutas y otros profesionales para garantizar un apoyo integral a los estudiantes.
El paso que habría que dar es corregir las fallas en nuestra legislación sobre inclusión educativa y su aplicación heterogénea. La actual legislación no siempre ofrece una definición clara y consensuada de este término, lo que dificulta su aplicación. Se menciona la necesidad de proporcionar recursos adecuados, pero no se especifica de manera concreta cuales son estos recursos ni como deben asignarse. No existen protocolos detallados para la identificación temprana de las necesidades educativas especiales, la elaboración de adaptaciones curriculares o la evaluación de los resultados. La distribución de recursos económicos y humanos para la inclusión educativa no es homogénea en todo el territorio español, lo que genera diferencias significativas en la calidad de la atención que se presta. La inversión sigue siendo insuficiente en comparación con otros países. La formación del profesorado no siempre incluye contenidos específicos sobre atención a la diversidad y sus necesidades educativas. La falta de coordinación entre las diferentes administraciones educativas, dificultan la implementación de políticas coherentes y efectivas.
Nuestro sistema educativo, en ocasiones, prioriza los resultados académicos estandarizados, lo que dificulta la atención a las necesidades individuales de los estudiantes con estas necesidades especiales. Además, se sigue persiguiendo en los diferentes centros a las Altas Capacidades, no prestando atención a los niños que necesitan apoyo. Todos hablan de inclusión porque queda muy bien, pero a la hora de la verdad las familias se topan con muros muy difíciles de derribar.
"Para superar estas barreras existentes se debe construir un sistema educativo más justo y que se ajuste a lo que de verdad significa inclusión".
José Antonio Carbonell Buzzian