Es vital crear una hoja de ruta para el desarrollo de la identidad de nuestra ciudad, estimulando la marca Ceuta del deterioro sufrido durante dos décadas, de manera que sus ciudadanos se sientan identificados e integrados, sintiéndose parte de un proyecto que ilusione y haga resurgir de sus cenizas a esta emblemática urbe. Hoy, el gran desafío consistiría en integrar a los sectores vulnerables y excluidos a partir de tres ejes: construir, reconstruir y recuperar un espacio público vital que ha ido desapareciendo por culpa de políticos oligárquicos que solo han mirado por ellos y sus palmeros.
Ante la complejidad de la mala gestión de Ceuta que crece vertiginosamente al ritmo de las carencias y demandas de los ceutíes, el partido de Vivas está optando la mayoría de las veces por soluciones complacientes y cortoplacistas. La falta de visión y la crisis existencial del PP está impidiendo el elaborar estrategias que perduren en el tiempo y que incluyan al ciudadano como eje central. La economía, la planificación urbana, las obras y los servicios públicos, han sido recurrentes, promesas electorales que la mayoría de las veces, son propuestas desarticuladas surgidas por necesidades coyunturales, que como consecuencia de las mismas no han logrado ilusionar a los ciudadanos.
¿El plan estratégico ha sido concebido desde las necesidades reales de la ciudad? a mi parecer no, ya que el Consistorio ha obviado y a la vez desconocido las peculiaridades propias de Ceuta, perdiendo de esta forma la oportunidad de instalar su verdadero valor diferencial. Es necesario un cambio de paradigma que permita integrar a los vecinos, especialmente a las clases más humildes, como parte de proyección del presente de nuestra ciudad. Los dirigentes deben interpretar hacia dónde quiere dirigir a la sociedad ceutí, así de esta forma logrará anticiparse y liderar el porvenir de la misma.
Y sin tapujos añadir que esta crisis existencial del PP refleja deficiencias del sistema y en general de la política que se está practicando en Ceuta, con luchas de poder, falta de valores elevados y de preparación de muchos de estos políticos que jamás supieron gestionar más allá de sus narices. Un partido popular donde se patentiza una división fruto del desánimo ante unos resultados electorales bastante por debajo de lo esperado, aunque se haya querido vender como una victoria, de hecho se necesitan otros partidos para poder sacar adelante cualquier iniciativa.
La atonía de los discursos de Vivas refleja la pobreza de sus mensajes, basados simplemente en la hostilidad al rival, donde se advierte un fraccionamiento generacional, un vacío respecto a quien podrá ser su relevo natural.
Esta famosa crisis existencial también salpica a VOX y es que Abascal deja, al parecer, en manos de su núcleo duro la gestión de pactos y mensajes, no siendo capaz de hacer autocrítica tras haber perdido no solo demasiados escaños y votos sino también a gran parte de sus afiliados sobre todo, a esos que pagan religiosamente.
No deberíamos olvidar que la calidez y solidez de una democracia depende de la fortaleza de sus instituciones, donde habría muchísimo que decir, comenzando con las cosas que están ocurriendo en el Tribunal Constitucional.
José Antonio Carbonell Buzzian