Realmente, el trabajo de los profesores de Enseñanza Media es extraordinario. Frente a la percepción social más extendida de que es una profesión, que no supone un gran esfuerzo y dedicación, la verdad es que los docentes trabajan más de lo que les corresponde, si se aplica la normativa legal, en sentido estricto. Con esto no quiero decir que las treinta y cinco horas y media y los horarios semanales de horas lectivas o de clase no sean de 18 o 19 horas, tal como se estipula normativamente y las horas de permanencia en los centros educativos de unas 27 horas y que esto no sea algo correcto. Me refiero a que el papel lo aguanta todo.
Las tareas de corrección de exámenes, trabajos, reuniones de equipos docentes, evaluaciones, etcétera, en realidad, tienen que ser realizadas, en parte, por los profesores por las tardes, ya que las pocas horas establecidas en los horarios no dan para tanto. Por ejemplo, con dos horas de tutoría en el horario de mañana para los profesores tutores no es suficiente, porque se acumula con todas las demás actividades. De todos modos, se logra atender las necesidades de transmisión de información y la recopilación de información sobre los alumnos, para la comunicación con las familias. Por tanto, los docentes tienen que trabajar horas extra, que quitan a su vida particular o personal cada día de lunes a viernes. Las correcciones de exámenes de grupos de alumnos pueden llevar 3 o 4 horas, por cada grupo o curso. La preparación de pruebas escritas y trabajos también requiere tiempo y organización y el tiempo de cada día no es ilimitado, ni se pueden hacer las cosas a toda velocidad, para ganar tiempo.
Lo que no puede ser es que los profesores tengan que trabajar 50, 60 o 70 horas semanales, para que todo se haga de forma maravillosa. No es exigible.Los docentes también tienen vida cada día y no solo el fin de semana, al igual que cualquier trabajador. La verdad es que la capacidad de trabajo de los enseñantes es portentosa atendiendo sus tareas y cumplen con todas sus obligaciones, pero a costa de dedicar más tiempo del que deberían a su actividad profesional. Con menos alumnos por clase o lo que es lo mismo bajando sustancialmente la ratio por grupo, se reduciría la enorme cantidad de trabajo de los docentes. Con la contratación de más profesores disminuiría significativamente, la enorme carga de trabajo de los profesionales de la enseñanza. En relación con los profesores mayores de 55 años la reducción de dos horas lectivas supondría un alivio significativo y tendría que aplicarse de forma obligatoria, en todas las Comunidades Autónomas de España.
Con cada docente impartiendo clase a un total de 140 o 200 alumnos en cada curso académico en los distintos grupos, cualquiera se puede imaginar la tarea que esto representa.
Como se puede ver el trabajo docente es muy exigente y está bien que lo sea, pero con unas condiciones laborales mejores y con más tiempo para la conciliación de la vida laboral con la personal o privada. Se precisa tiempo para los cursos de formación, por ejemplo, en el ámbito digital, pero no puede ser en el tiempo libre de descanso, de cada día de la vida de cada docente. Me parece muy bien que se oferten cursos telemáticos a los profesores, porque permiten una mejor conciliación, algo que es más difícil con la asistencia presencial. Además, se atiende a toda la diversidad de alumnos analizando lo que es mejor para cada alumno y esto requiere un trabajo que también se realiza. También las adaptaciones metodológicas las realizan los profesores, si es necesario, y otra serie de intervenciones pedagógicas, para potenciar el rendimiento académico de los alumnos que las necesiten.
También es preciso reducir el trabajo burocrático de los profesores. Las soluciones a este exceso de trabajo, en mi opinión, son simples pero efectivas. Menos alumnos por aula: 15 alumnos. Más profesores para que haya más grupos como es lógico. Más psicólogos o pedagogos en los equipos de Orientación. Construcción de más institutos o centros educativos y ampliación de los ya existentes. Que los horarios de los docentes no superen las 16 horas lectivas, para dedicar dos horas a otras actividades en los centros: formación, reuniones, programaciones, coordinación, preparación de materiales, corrección de exámenes, etc.
Esto que acabo de explicar puede parecer utópico, pero es realizable. Es preciso dedicar más dinero público a la educación, que es el presente y el futuro de este país. Si queremos una sociedad más libre, crítica, racional y preparada es necesario mejorar las condiciones laborales de todo el profesorado. Desde un despacho todo es realizable, pero la cruda y cotidiana realidad supera las previsiones teóricas.